jueves, 14 de enero de 2010

Amalia Bautista, tres poemas

La vida responsable





Conducir sin tener un accidente,


comprar desodorante y macarrones


y cortarle las uñas a mis hijas.


Madrugar otra vez, tener cuidado


de no decir inconveniencias, luego


esmerarme en la prosa de unos folios


que me importan exactamente un bledo


y darme colorete en las mejillas.


Recordar la consulta del pediatra,


contestar el correo, tender la ropa,


declarar los ingresos, leer libros


y hacer unas llamadas por teléfono.


Me gustaría permitirme el lujo


de tener todo el tiempo que quisiera


para hacer un montón de cosas raras,


cosas innecesarias, prescindibles


y, sobre todo, inútiles y bobas.


Por ejemplo, quererte con locura






(De Cuéntamelo otra vez, 1999)





Cuéntamelo otra vez






Cuéntamelo otra vez, es tan hermoso


que no me canso nunca de escucharlo.


Repíteme otra vez que la pareja


del cuento fue feliz hasta la muerte,


que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera


se le ocurrió engañarla. Y no te olvides


de que, a pesar del tiempo y los problemas,


se seguían besando cada noche.


Cuéntamelo mil veces, por favor:


es la historia más bella que conozco






(De Cuéntamelo otra vez, 1999)



Al cabo






Al cabo, son muy pocas las palabras


que de verdad nos duelen, y muy pocas


las que consiguen alegrar el alma.


Y son también muy pocas las personas


que mueven nuestro corazón, y menos


aún las que lo mueven mucho tiempo.


Al cabo, son poquísimas las cosas


que de verdad importan en la vida:


poder querer a alguien, que nos quieran


y no morir después de nuestros hijos.

(De Cuéntamelo otra vez, 1999)


Amalia Bautista, Tres deseos, Renacimiento, Sevilla, 2006

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