miércoles, 27 de diciembre de 2006

En Feve con Tila

Aprovechando una mañana de descanso, ayer me escapé hasta Gijón con Tila, mi mascota. No era la primera vez que viajábamos en Feve, así que sabía que, al ir a sacar el billete, debía pagar dos: uno para mí y otro para mi perra. También conocía la diferencia de precios: yo abono 1,30; mientras que Tila, que pesa seis kilos, paga 2,40 y, además, la obligan a ir con bozal. Naturalmente, nos quejamos, como vamos a hacer siempre, y me pregunto si esa es la forma de fomentar el transporte público.
Cierto es que Feve llega puntual, pero los casi 40 minutos que le lleva a ir entre ambas ciudades para un trayecto de apenas 30 kilómetros no deja de ser algo insufrible.
No ponga en duda que el animal deba pagar, pero esa diferencia me parece desproporcionada. Además, el animal nunca viajará solo, con lo que Feve me invita a no disfrutar de la mascota. Y, cuando la mascota comienza a ser un problema, el abandono comienza a ser una realidad. Y, me permito una licencia demagógica, todo esto en una empresa pública de un gobierno que impulsa leyes de respeto al Gran Orangután.
También puedo recurrir a mi vehículo privado, pero todos conocemos que en Asturias se usa en exceso y que los asturianos deberíamos preocuparnos en utilizar más el transporte público, aunque luego los gestores nos pondrán todos los inconvenientes del mundo para utilizarlo. Al menos, si vas con mascotas.

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