Mientras unos pocos valientes se han marchado de casa para ver al Sporting, quedamos en el sofá, tapados por la manta mientras escuchamos llover y al viento respirar detrás de las ventanas.
Tapados con la manta, sesteamos a la espera del Gran Premio de Brasil. Los dedos, atontados por el sueño, tocan el mando a distancia y aparece TeleAvilés. Medio dormidos, dejamos el canal puesto a la espera del sueño completo. Y llega.
Ha pasado un buen rato. Despertamos y, en la televisión, vemos a una vaca paciendo a cuatro carrillos. El locutor nos habla de la muerte, de nuestra despedida de la vida perdiendo capas como si fuésemos cebollas. Del susto, caemos del sofá y, a duras penas, alcanzamos el mando a distancia para poder cambiar el canal.
Felipe Massa acaba de perder el Mundial de Fórmula 1.
Sí, desde luego este invierno será muy duro.
Tapados con la manta, sesteamos a la espera del Gran Premio de Brasil. Los dedos, atontados por el sueño, tocan el mando a distancia y aparece TeleAvilés. Medio dormidos, dejamos el canal puesto a la espera del sueño completo. Y llega.
Ha pasado un buen rato. Despertamos y, en la televisión, vemos a una vaca paciendo a cuatro carrillos. El locutor nos habla de la muerte, de nuestra despedida de la vida perdiendo capas como si fuésemos cebollas. Del susto, caemos del sofá y, a duras penas, alcanzamos el mando a distancia para poder cambiar el canal.
Felipe Massa acaba de perder el Mundial de Fórmula 1.
Sí, desde luego este invierno será muy duro.
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