¿Cuanto costará poner en marcha el teléfono de la mala leche anunciado por el Ministerio de Igualdad? No lo sé, tal vez poco si su existencia logra salvar una vida, la de una mujer inocente. Más allá del beneficio de la duda, uno se pregunta por qué el gobierno no gasta ese dinero en otros campos donde se puede avanzar más hacia la Igualdad real, de hombres y mujeres, de ricos y pobres, de necios y listos. Es decir, revisar su lista de prioridades. Un ejemplo.
En Gijón, las guarderías laborales cierran en julio y agosto. Hay madres que, mira por donde, sólo tienen un mes de vacaciones y, sin familia, no encuentran a donde llevar a sus hijos en vacaciones. Posiblemente sea culpa de ellas por trabajar honradamente para ganarse la vida o firmar contratos con un mes, si lo tienen, de vacaciones, en vez de dos como disfrutan las guarderías laborales de Gijón. La única solución es el sector privado, pero sus precios son excesivamente altos para mujeres que no disfrutan de sueldos privilegiados. Habrá familias que, sin disfrutar de vacaciones familiares (un mes para un progenitor o progenitora y otro para el, o la, otro, u otra, progenitor, o progenitora, y menos mal que no hay amantes o amantes, porque con un trío o tría esto sería terrible, o terribla, o terriblo), logren salir del atolladero, aún cargándose todo ese discurso tan poético de la conciliación entre la vida familiar y laboral, pero otras personas, madres solteras, o viudas, o divorciadas, que carecen de recursos y se ven sin salida, salvo que renuncien a su empleo... Aaaaaaaaaaaaaaah, la Igualdad, la Igualdad, la Igualdad...
La política debería olvidar sus discursos y centrarse en resolver las necesidades reales de los trabajadores. Y las trabajadoras.
En Gijón, las guarderías laborales cierran en julio y agosto. Hay madres que, mira por donde, sólo tienen un mes de vacaciones y, sin familia, no encuentran a donde llevar a sus hijos en vacaciones. Posiblemente sea culpa de ellas por trabajar honradamente para ganarse la vida o firmar contratos con un mes, si lo tienen, de vacaciones, en vez de dos como disfrutan las guarderías laborales de Gijón. La única solución es el sector privado, pero sus precios son excesivamente altos para mujeres que no disfrutan de sueldos privilegiados. Habrá familias que, sin disfrutar de vacaciones familiares (un mes para un progenitor o progenitora y otro para el, o la, otro, u otra, progenitor, o progenitora, y menos mal que no hay amantes o amantes, porque con un trío o tría esto sería terrible, o terribla, o terriblo), logren salir del atolladero, aún cargándose todo ese discurso tan poético de la conciliación entre la vida familiar y laboral, pero otras personas, madres solteras, o viudas, o divorciadas, que carecen de recursos y se ven sin salida, salvo que renuncien a su empleo... Aaaaaaaaaaaaaaah, la Igualdad, la Igualdad, la Igualdad...
La política debería olvidar sus discursos y centrarse en resolver las necesidades reales de los trabajadores. Y las trabajadoras.
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