martes, 2 de enero de 2007

Urbaser en lucha o un fracaso que se avecina

Si nadie lo remedia, y parece que nadie lo va a remediar, los avilesinos volveremos a sufrir la huelga del servicio de limpieza el próximo fin de semana, coincidiendo con la celebración de los Reyes Mayos. Antes de entrar en el asunto, vamos a recapitular: el servicio de limpieza es de titularidad municipal, pero durante el mandato anterior PSOE y URAS decidieron contratar a una empresa privada para su gestión. Eso es lo que entendemos por privatizarlo.
La necesidad de inversiones para ofrecer un servicio de calidad obligó al Ayuntamiento a tomar tal decisión después de lustros sin dedicar un duro al servicio, más allá de lo necesario. La legalidad impide a los ayuntamientos solicitar créditos para el gasto corriente, como es la limpieza, y por eso se recurre a una empresa privada que sí puede endeudarse y cobrar luego al ayuntamiento. Contablemente, el ayuntamiento no se endeuda, sino que paga un servicio. Es un recurso que han utilizado en España ayuntamientos de todos los colores, incluido comunistas.
Las bases del concurso recogían un salario para el personal subrrogado del Ayuntamiento, que debía actualizarse según la inflación. A partir de ahí, comienzan las diferencias entre la empresa los sindicatos, ya que los segundos consideran que no se respeta esa condición y la primera considera que sí.
El actual conflicto (que ya se cobró tres días de huelga) surge en plena negociación del convenio. La plantilla quiere mejorar sus condiciones económicas, unos 720 euros mensuales líquidos (lo que cobramos después de las retenciones). Una cantidad más bien escasa teniendo en cuenta el coste de la vida y la dureza de su trabajo.
Siendo una reivindicación justa, los sindicatos han enfocado la negociación de la peor manera posible. Han planteado una negociación de máximos: o todo o nada. Y la empresa, que no ha destacado por su flexibilidad, también se ha cerrado en banda y apostó por nada.
A partir de ahí, la situación se tensó mientras el Ayuntamiento observaba preocupado. Intervenir para el Ayuntamiento es fácil: sólo tiene que pedir la factura a Urbaser y pagarla. Pero es un contrato que ya cuesta muchos duros a los avilesinos, y tal vez parte del incremento salarial debería repartirse entre los beneficios de la empresa y las arcas municipales.
En todo este duro y complicado juego, el comité de empresa convoca un paro de tres días como primera medida de protesta. Y cometen su primer error porque la huelga es el último recurso. A partir de una huelga no queda ninguna otra medida de presión. Deberían haber empezado más suavemente: concentraciones, reparto de pasquines, paros delante del Ayuntamiento... Pero una huelga de tres días en plenas navidades es un pulso a la empresa que, si sale mal, no levantarán.
Y, en parte les ha salido mal. Porque, aunque toda la empresa paró, la empresa ha logrado recuperarse en unos pocos días. Y, por el camino, los ciudadanos han visto a trabajadores de la limpieza volcando contenedores y vaciando papeleras. Son los ciudadanos que deberán pagar parte de la subida y a los que reclaman su solidaridad...
Mucho me temo que, en el nuevo paro, pasará lo mismo que en el anterior. Los avilesinos soportaremos la huelga con estoicismo, los trabajadores perderán tres días de sueldo y luego se sentarán a negociar con la empresa enrocada en su postura y sin la simpatía municipal, que ha visto cómo esa justa reivindicación ha estropeado las navidades.
A todo esto, las uniones comarcales de los sindicatos se han dedicado a mirar hacia otra parte, sin tender puentes entre las partes... Una actitud que dice bastante poco de la altura de miras. Hay que superar la tendencia al enfrentamiento y fomentar una cultura de la negociación. Como ejemplo un dato: entre el 15 de diciembre, cuando se rompieron las negociaciones en la UMAC, y el primer día de huelga, los sindicatos no trataron de contactar con la empresa en ningún momento. Y, si en ese momento, cuando la huelga aún era evitable, la empresa no cedía, ¿cuando lo va a hacer? ¿Una vez superada?
Al final, los paganos serán los trabajadores de Urbaser: embarcados en una dinámica sin salida y que terminarán quemados por sus propios sindicatos. El año pasado, en Hiasa, la plantilla desautorizó al comité después de un largo conflicto... Y no olvidemos la importancia de los comités para proteger los derechos de los trabajadores...
Más vale prevenir que lamentar.

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