Es uno de esos objetos tecnológicos que, de mano de las cámaras digitales, ha terminado por introducirse en la mayor parte de las casa: los marcos digitales.
Al principio, no me despertaban ni frío ni calor. Aunque descubrí la ventaja que presentaban sobre los marcos tradicionales, donde sólo aparece una imagen. Al ver las fotografías se recuerda: la boda, la fiesta con los amigos, un momento singular en la vida, pero sólo uno. Sin embargo, la sucesión de imágenes en los marcos digitales abre el abanico, la vida que se encuentra en esa esquina de la casa se llena con el vigor de la brisa. A base de ver siempre la misma escena, llega el momento en que ese rincón, esa pared tan sólo despierta el interés necesario para limpiarla y retirar el polvo. Sin embargo, las sorpresas que se pueden encontrar, los momentos diferentes que se pueden encontrar en diferentes horas alimentan la llama de los recuerdos.
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