Resulta extraña el silencio de algunos medios cuando el gobierno del Partido Popular de Oviedo decide cerrar Radio Vetusta, una mala noticia para todos los que amamos la libertad. Por minoritario que sea, cualquier medio de comunicación enriquece el debate público y su pérdida es un deterioro de nuestra biodiversidad intelectual y democrática. Cuando el gobierno de Vicente Álvarez Areces cortó las alas a TeleAsturias (aunque la cadena aún sigue emitiendo) se montó la marimonera. ¿Donde está ahora los Valledores y Neiras de turno cuando Gabino De Lorenzo cierra Radio Vetusta?
Uno se solidariza con los compañeros que pierden el trabajo, con los ovetenses que ven desaparecer una posibilidad de elección en un dial donde cada vez más emisoras parecen cortadas por el mismo patrón y lamenta, sobre todo, que la decisión se justifique por el excesivo gasto y los escasos ingresos por publicidad. No dudo de la afirmación, pero, de ser así, lo más lógico es cambiar a los comerciales, o buscar acuerdos con agencias de publicidad, pero no recurrir al cierre con nocturnidad, premeditación y alevosía.
Radio Vestusta, como emisora pública, era un espacio para la formación de técnicos de radio y vivero de vocaciones periodísticas, un laboratorio que no quiso ni se supo aprovechar. Tal vez los medios de comunicación locales, o algunos formatos la radio o la televisión, no logren ser rentables en términos económicos, pero desde los poderes públicos la rentabilidad económica no puede ser el único criterio en la toma de decisiones. Un medio de comunicación contribuye a vertebrar la sociedad, a construir un imaginario colectivo, a hacer comunidad, a integrar a los nuevos vecinos en un contexto, como el nuestro, donde la inmigración va al alza y más en una ciudad como Oviedo. Los medios audiovisuales en clave local ofrecen muchas posibilidades y tal vez el Estado, la administración, deba perder dinero pero ayudar a la sociedad que, después de todo, es quien aporta esos recursos.
Radio Vetusta aún tenía mucha vida y muchas posibilidades por delante cuando un mal político, y no sé si buen economista, decidió entrar en la historia como un miembro más del Club de los Cerrojazos a los Medios de Comunicación.
Uno se solidariza con los compañeros que pierden el trabajo, con los ovetenses que ven desaparecer una posibilidad de elección en un dial donde cada vez más emisoras parecen cortadas por el mismo patrón y lamenta, sobre todo, que la decisión se justifique por el excesivo gasto y los escasos ingresos por publicidad. No dudo de la afirmación, pero, de ser así, lo más lógico es cambiar a los comerciales, o buscar acuerdos con agencias de publicidad, pero no recurrir al cierre con nocturnidad, premeditación y alevosía.
Radio Vestusta, como emisora pública, era un espacio para la formación de técnicos de radio y vivero de vocaciones periodísticas, un laboratorio que no quiso ni se supo aprovechar. Tal vez los medios de comunicación locales, o algunos formatos la radio o la televisión, no logren ser rentables en términos económicos, pero desde los poderes públicos la rentabilidad económica no puede ser el único criterio en la toma de decisiones. Un medio de comunicación contribuye a vertebrar la sociedad, a construir un imaginario colectivo, a hacer comunidad, a integrar a los nuevos vecinos en un contexto, como el nuestro, donde la inmigración va al alza y más en una ciudad como Oviedo. Los medios audiovisuales en clave local ofrecen muchas posibilidades y tal vez el Estado, la administración, deba perder dinero pero ayudar a la sociedad que, después de todo, es quien aporta esos recursos.
Radio Vetusta aún tenía mucha vida y muchas posibilidades por delante cuando un mal político, y no sé si buen economista, decidió entrar en la historia como un miembro más del Club de los Cerrojazos a los Medios de Comunicación.