martes, 7 de agosto de 2007

Ardimos en Canarias

La desgracia medioambiental de las Islas Canarias nos afecta a todos más de lo que pensamos. Leyendo las crónicas de los lugareños, cualquiera puede cambiar el topónimo y nada se alteraría. La maleza que sirvió de combustible también se encuentra en los montes de Asturias; y los mapas de riesgo que se publicaron estos días, la mayor parte de nuestros país se vestía con un inquietante rojo de alerta. Esas cenizas que hoy vemos por la televisión pueden ser mañana el suelo que pisemos. El despoblamiento y la crisis del mundo rural alimenta esas desgracias.
Al menos, en Lanzarote, han compensado la desgracia con la sentencia judicial que confirma la ilegalidad de dos hoteles construidos justo encima de la playa de El Papagayo. Se aproxima su derribo y la vía penal para los políticos que los autorizaron se encuentra cercana. Al menos es un respiro para la memoria de César Manrique.

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