"Sin ti no fue igual; te hubiese gustado". Tiene razón Debbie Ocean. Sin Danny Ocean la película no fue igual. Y también sin Steven Soderbergh, que algo sabe de hacer película. Y se equivoca, y vaya si se equivoca, Debbie cuando afirma que le hubiese gustado. Porque no, no le hubiese gustado nada una película previsible, sin emoción, recurriendo a trucos ya conocidos y sabiendo todos cómo iba a terminar. De hecho, la única duda era saber si la tumba de Danny era un trampantojo.
Afortunadamente, no, está muerto. La saga nunca debió continuar. La primera película explotó bien la idea y la dejó toda cerrada. A partir de ahí, el asunto ha ido cada vez degenerando más.
Lo peor, seguramente, está por venir.
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