Imagen de la central nuclear de Fukushima desde un satélite.
El terremoto de Japón ha sido una terrible bola de nieve que ha ido creciendo día tras día. Al tiempo que contemplábamos con horror las imágenes de la destrucción seguíamos con miedo la evolución de Fukushima. Al tiempo, todos admirábamos la serenidad del pueblo japonés ante una desgracia que, en vidas humanas, supondría la práctica desaparición de algún municipio asturiano.
El pueblo japonés recibe la admiración, solidaridad y reconocimiento de todo el mundo. Y, siguiendo la historia, descubrimos episodios que reafirman nuestra confianza en el ser humano. Por ejemplo, los héroes de Fukushima, ese personal que, conociendo el riesgo cierto para sus vidas, han decidido permanecer en sus puestos de trabajo para controlar los reactores en una admirable muestra de sentido del deber y compromiso con sus convecinos.
Pero hay muchas más.
Por ejemplo, leyendo las noticias sobre los donativos internacionales para Japón, aparece una aportación de 50.000 dólares de la provincia de Kandahar, en Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, como la viuda de la parábola evangélica.
Y las que aún no conocemos.Photo: http://es.noticias.yahoo.com/12/20110317/twl-los-liquidadores-de-fukushima-nuevos-4bdc673.html
Un país en el que todos tiran del mismo carro y en la misma dirección.
ResponderEliminarLos desastres de esta magnitud sirven para darse cuenta de lo efímero que puede ser casi todo.
Braña.
La verdad es que han dado un ejemplo de civismo, serenidad y dignidad ante una tragedia de ese calibre.
ResponderEliminarNo hemos aprendido todavía a respetar a la naturaleza... y Gaia se ha enfadado, y lo que nos queda.
Braña; sí, tienes razón. No podemos olvidar que nos vamos a morir un mes de estos, aunque desconozcamos en que año.
ResponderEliminarMaría José: se están ganando la admiración de todos, aunque por una razón bien triste.