Lo escuché hace unos días en Punto Radio, aunque aquí os dejo el enlace con Veinte minutos. Un científico ha descubierto el secreto de la pelusilla del ombligo. A este paso, al bueno de Iker Jiménez no le dejarán nada para investigar. El investigador examinó 503 muestras de su propio ombligo. O esa, algo más de un año extrayendo y analizando. Eso es lo que decir, estar atento a su propio ombligo. No sé si el próximo paso será determinar por qué los pelos de la nariz crecen hacia fuera o si el escozor de los cojones guarda algún tipo de relación con el cambio climático.
Tanto tiempo criticando a los que no hacen más que mirarse el ombligo y resulta que, a la hora de la verdad, es toda una ciencia. A partir de ahora se abre un nuevo campo para el desarrollo de la humanidad: el estudio comparado de los ombligos.
¿Crean más pelusilla unas razas u otras? ¿Hay diferencias entre sexos? ¿Qué utilidad le damos a esos conocimientos que pueden cambiar el curso de la humanidad?
Lo mejor es la solución que propone, jajaja! Ver para creer!! :D
ResponderEliminarSuena a chiste, pero la solución no es tan tonta como parece. Para llegar a la conclusión de que la solución es afeitarse primero hay que saber que la pelusilla es, básicamente, pelo.
ResponderEliminarA mí, visto así, también me parece una tontería de estudio, pero me gustaría leer el estudio real, no la interpretación periodística, que ya hemos leído en otras ocasiones cosas que parecen tonterías a nuestros ojos y luego realmente no lo son. Recuerdo un experimento donde genéticamente se hacían crecer orejas en la espalda a un ratón u ojos en las alas a una mosca. La interpretación periodística se inclinaba por la risa y el desconcierto -y eso de ¡y esto se paga con nuestros impuestos!-, cuando realmente eran pasos y pruebas en el conocimiento de la cadena genética. A nadie le interesa, en principio, que una mosca tenga ojos en las alas, pero sí qué "tecla" hay que tocar para que aparezca ese ojo.
Joder, Annie, ¡qué seria te levantas hoy! Pero habrá que hacer algo más que matar al mensajero, ¿no crees?
ResponderEliminarJa, ja. No lo decía por ti, ni tan siquiera por este estudio -al que por más vueltas que le doy no le veo mucha utilidad salvo el conocimiento por el conocimiento-, pero muchas veces la obligación del espacio -por un lado- y la lectura únicamente del titular y los destacados -por otro lado y culpa en este caso de los lectores- convierten en ridículas cosas muy serias y solidas.
ResponderEliminarYo qué sé, supongo que es mi gen de llevar la contraria, que me puede. :-)