El pasado fin de semana dejó para la posteridad la foto de familia de la creación de la sociedad encargada de la gestión de la llamada Isla de la innovación. Lejos de los despliegues mediáticos y propagandísticos de actos previos con mucho menos contenido, a la hora de la verdad, el Principado y el Ayuntamiento se refugian en el búnker de la presidencia para un acto vergonzate: la constatación de que la Isla de la Innovación llegará, con mucho, a un Atolón del conocimiento. ¡¡Ojalá uno se equivoque y no sea eso!! Porque la realidad puede ser mucho peor y la dimisión de Santiago Rodríguez Vega el primer aviso de que una parte de la sociedad avilesina nos negamos a rebajas en nuestros sueños.
En cierta manera, uno tiene la sensación de que en los últimos años, el gobierno de Vicente Álvarez Areces ha jugado en Avilés apostando y perdiendo y, con cada derrota, incrementaba la apuesta para cubrir la pérdida anterior y ganar algo. Una tendencia suicida y que se desmorona cuando llega el momento de cuadrar cuentas con la sociedad. Y es lo que, me temo, está comenzando a pasar. Tan sólo una gestión ágil y hechos concretos permitirá que los avilesinos, o parte de ellos, recuperemos la confianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario