martes, 8 de diciembre de 2020

Diario de un confinamiento. Más navideños que nunca.

 

Photo by Gareth Harper on Unsplash




En mi barrio, algunos vecinos han tirado la casa por la ventana y se han puesto a iluminar no sólo las ventanas, sino toda la fachada del edificio. Leo en el periódico que el Ayuntamiento de Soto del Barco convoca un concurso para animar a los vecinos a iluminar sus viviendas con adornos navideños. Ciudades y comercios han iniciado antes que nunca la celebración de Navidad, la Navidad del confinamiento.
Serán unas Navidades extrañas, las más extrañas que hayamos vivido muchos de nosotros, pero menos que las de 1916 o las de 1943, cuando el horror de la guerra se apoderaba del mundo.
Pero son las nuestras, son nuestras navidades extrañas, las que recordaremos toda la vida como las primeras Navidades del confinamiento. Navidades sin cena de empresa, sin reunión familiar (salvo el encuentro por Zoom, pero convendrán conmigo que no es lo mismo); Navidades sin la copa con los amigos; sin la Cabalgata de Reyes... Navidades sin familiares y en familia. 
Navidades que vamos a disfrutar como nunca porque la Navidad es sinónimo de esperanza, de ilusión; celebrar la Navidad significa celebrar la humanidad, nuestra grandeza y nuestras miserias; es celebrar el Misterio de Dios encarnado y su mensaje de ilusión y sentido a toda la humanidad. Navidad es celebrar la vida, la alegría de vivir.
Por eso hay que celebrar siempre las Navidades. Y este año más que nunca.
Feliz Navidad a todos, de corazón.

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