La escritura de Boris Vian es hipnótica, goza de la misma fuerza que el jazz practicado por el autor. Parece sencilla, las pocas páginas de sus libros dan a entender la existencia de un mínimo trabajo cuando, en realidad, es todo lo contrario. Existe un gran arquitectura, muchas horas de escritura y corrección para dar rinda suelta a una prosa y un relato como el que encontramos en A tiro limpio (Tusquets, Colección Andanzas, Barcelona, 2009, traducción de Juan Manuel Salmerón).
Su primera novela se presenta con una sucesión de aventuras imposibles, trepidantes; con personajes, como mínimo, extravagantes, y una fantasía desbordante. En cierta manera, es una historia absurda, donde se ejemplifica el absurdo de buscar el sentido de la vida. Los personajes se rigen por puros impulsos; sin ningún tipo de moralidad. En ese sentido, me atrevo a escribir que estamos ante una novela existencialista. "El ojo de Dios seguía viéndolo". Es la última frase que cierra el libro y que permite construir ese sentido filosófico del relato. Boris Vian, más un hombre de acción que un filósofo, prefiere construir su filosofía con la actuación más que con el pensamiento.
Foto: http://www.abretelibro.com/foro/viewtopic.php?t=42832
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