El mal tiempo ha convertido al centro comercial en el refugio de cientos de familias. La lluvia y el frío convierten en impracticables los parques. No se puede correr por las calles, convertidas en lagunas. Y el viento deja para los más intrépidos la detallada observación de los escaparates. Además, ya se sabe, a un niño no le gusta ver escaparates y le aburren las compras.
Así que la única salida es el centro comercial. Hemos convertido en economía el ocio. Una hamburguesería es más interesante por el lugar donde juegan los niños que por la comida en sí; interesan más los pasillos amplios y con una cafetería que permita vigilar las andanzas de los menores antes que si se ha especializado en cervezas artesanales o destaca por su buen café...
¡¡¡Larga vida al centro comercial!!!
Photo: juegacontete.blogspot.com
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