Centro Niemeyer en obras, febrero de 2011
De todas las historias que podemos contar de Avilés, la del Centro Niemeyer es una de las más tristes. Y no porque terminé mal, pues, realmente, aún no sabemos cómo concluirá, sino por los grises que se han apoderado de una realidad que permitió que la ciudad se mirase a sí misma y se viese hermosa.
Cuando recordemos lo que ha pasado en estos meses, podremos contar a nuestros hijos que es posible que un gobierno no diga lo que quiere hacer para terminar haciendo lo que no quiere la gente; que se calumnie y difame con total impunidad por ser poderoso; que hay gente capaz de reírse y disfrutar porque su ciudad sufra y pierda una realidad que nunca había tenido; que la envidia es mala consejera y que Gabarrón es un artista pé-si-mo.
"Gab%$a@rrrón ye malo, no porque lo diga yo. Porque ye muy malo".
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Braña.
Gabarrán y los juicios sobre su obra estarán unidos para siempre al Niemeyer.
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