Posiblemente, sin Ridley Scott al frente, Hannibal (2001) no hubiese sido esa película que, con el tiempo, ganará en reconocimiento. No creo que llegue a ser una de sus grandes películas. Además de sus cuidadas actuaciones, la película destaca por otros méritos como la música.
El aria que se interpreta en esta escena no pertenece a ninguna ópera, sino que se compuso expresamente para la película. Disfruten de ella. Y del parlamento posterior. Tal vez descubran porque el Doctor Lecter resulta tan seductor.
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