Hoy se estrena Ágora, la nueva película de Alejandro Amenábar cuya tarea de promoción le llevó a visitar el Centro Cultural Óscar Niemeyer, entre otras actividades. Se presenta como la película más cara del cine español, con un presupuesto de 50 millones de euros, cuando el récord en taquilla lo tiene El orfanato, con 24 millones de euros. Cifras que demuestran la apuesta y el riesgo de los productores con Amenábar, al que se le reconoce el talento para hacer cine, aunque con guiones tramposos y tendenciosos, incluso un tanto vacíos.
En la promoción de Ágora, Amenábar ha hablado de la intolerencia y el conflicto de religiones, poniendo como ejemplo la dureza de la Iglesia católica cuando ejerció el poder y dejó de ser un grupo minoritario y perseguido, aunque él prefiere utilizar secta, seguramente con ánimo tendencioso. Cierto es que a lo largo de la historia, los momentos en los que la Iglesia ha estado más pegada al poder terrenal es cuando más ha sufrido, cuando más se ha desviado de su finalidad. Juan Pablo II ya pidió perdón por esos errores y los católicos, además, lo hacen a diario.
Sin embargo, lo que uno no entiende porque un hombre de talento como Amenábar recurre a la mentira para sus argumentaciones, aunque uno intuye que lo hace para poder sostener su artificio intelectual. Me explico. Ágora narra la historia de Hipatia o Hepatia (he leído las dos expresiones) de Alejandría, la astrónoma más famosa de la antigüedad asesinada por motivos que nunca se aclararon. La historia nos dice que Hipatia murió a la venerable edad de 60 años, con lo que, seguramente, no tendría la bella imagen de Rachel Weiz, o como se escriba. La primera en la frente, cambia los rostros para orientar la simpatía del espectador hacia quien quiere.
La actividad promocional atribuye el asesinato a la intolerancia cristiana frente a los paganos. Sin embargo, la historia nos enseña que tras la muerte de Hipatia no hubo más asesinatos de paganos y el propio paganismo siguió existiendo en Alejandría durante un buen tiempo. Parece poco probable que el símil fuese la intolerancia religiosa, si no más una pelea por el poder político. De hecho, la riqueza cultural del paganismo se salvó gracias al esfuerzo de los monjes cristianos y sus bibliotecas. Nada de eso cuenta Amenábar, que opta por la manipulación frente a la intolerancia. O sea, ejerce de intolerante disfrazado para lograr el apluso de algunos.
Sus juegos, sin embargo, no pasan desparecibidos para mucha gente. En Cannes, la crítica estadounidense ya advirtió que la duración del filme (128 minutos) es excesiva y no llega a emocionar. A ello se une el mensaje anticristiano y se lee en Internet sus dificultades para encontrar distribuidor en Estados Unidos, un mercado que necesita para cubrir costes para terror de los productores que se acostaron con un manipulador y se levantan arruinados.
Pero Fer, mezclas tres conceptos distintos.
ResponderEliminarPor un lado lo que consideras un mensaje erróneo porque entiendes que desvirtúa la realidad -no me mojo, pues ni lo conozco ni he visto la pelicula-.
Por otro una cuestión "artística": los críticos entienden que la película tiene exceso de metraje y que no llega a emocionar.
Y por otro una cuestión de "presión política" -es un decir-, ya que no gusta el mensaje y eso puede conllevar problemas en la distribución en EEUU, que sabemos no tendría si el mensaje también fuese una manipulación pero en sentido contrario.
Vamos, que puedo entender tu mosquéo, pero algunas de las supuestas argumentaciones que aportas no dan valor a tu idea, pues son cosas distintas.
Por otro lado, tampoco está de más recordar en este momento la que los cristianos montaron con la peli de Mel Gibson por intentar mostrar de manera realista la crudeza de la muerte de Jesús, vamos, que el realismo "histórico" según cuando...
¡Bah! es que Amenabar me cae simpático, si no de qué :-)
Annie: discrepo de ti. Es cierto que son tres conceptos distintos, pero están íntimamente reunidos. En mi opinion, la manipulación de la realidad le impide construir una buena historia y, por ese motivo, en América no se atreven a distribuirla ya que ven una película aburrida y manipuladora...
ResponderEliminarNo he visto la película de Gibson entera, pero lo poco que ví no me gustó y, además, me molesta mucho que vaya de auténtica cuando también manipula bastante.
Aménabar también me cae simpático, pero en esta curva se ha pasado de frenada.
La manipulación de la realidad nunca es impedimento para construir una buena historia, a mi Matrix me parece una gran peli. :-)
ResponderEliminary si hacemos una lista de películas que no ajustan a la realidad histórica que no han tenido problemas de distribución se nos haría eterna, por no recordar que hablamos de un país donde grupos de presión pelean porque el creacionismo se enseñe en las escuelas, vamos que no creo que haya que buscarle muchos argumentos a la cosa.
Bueno, qué más da, a ver si voy a verla un día de estos.
Annie: yo también veré Ágora; en la manipulación es propia de la ficción, pero en una obra de ficción, si pones la etiqueta de histórica, debe aportar algo de realidad, no manipularla para que salga el cuadro que tu quieres.
ResponderEliminar