miércoles, 29 de abril de 2009

Barquillos Pelayo

No sólo por ser algo tan avilesino como la Foquina o las tapas de longaniza en la Tataguya.
No sólo por formar parte del territorio de la infancia donde, según algunos, habitan los poetas y los sueños.
Existen razones más importantes para comprar barquillos a Pelayo. Ahora mismo se me ocurren tres de peso.
La primera, su sabor. Están riquísimos. Ese milhojas de pasta frita con miel me encanta. Es uno de esos sabores que te recuerdan la infancia, como las nubes de algodón. Sólo espero que los restauradores avilesinos la incorporen a sus creaciones en los postres, o bien acompañando una carne... Hummmmmmmmmmmm
La segunda es el precio. Por cincuenta céntimos, se compra uno y se queda tan pancho, resuelve el apurón del mediodía o una merienda rápida apelando a las costumbres autóctonas, apoyando a las empresas locales.
Y la tercera es porque siempre presta ser atendido por una persona que te recibe con una sonrisa en la boca, que te deja probar la rueda de la fortuna y se despide sonriendo.
Así da gusto.

7 comentarios:

  1. Te has fijado q últimamente, al menos en la plaza de España, no es ni Pelayo ni el hijo el q lleva los barquillos? Ya van varios días q encuentro a una chavala morena, mucho más joven con el artilugio y se me hace raro, pero están tan buenos, ni comparación con los q venden en los supermercados. Ñam, ñam.

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  2. Voy detras de ti Dry, y no estan tan ricos.........

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  3. Q razón tienes Fernd., si ponen petazetas en algunos postres de restaurantes de lujo bien podrían incorporar los barquillos de Pelayo.

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  4. No por Dios, una deconstrucción de barquillo con textura de miel no sería lo mismo... :-)

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  5. Parece claro. Pelayo, San Pancracio.

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  6. Pelayo, el padre, que ya ha muerto, ya fue propuesto a San Pancracio

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  7. Efectivamente, Westerman, tiene toda la razón. Pero ¿la saga familiar no fue propuesta? ¿Admitimos la saga familiar? Y, mientras debatimos, a comer: ñam, ñam, ñam...

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