miércoles, 15 de octubre de 2008

El milagro de la vida

Se llama Javier y hoy ocupa un hueco en todas las portadas de los periódicos. La sangre de su cordón umbilical permitirá un último intento para curar a su hermano de una extraña anemia de origen hereditario. Al tiempo, la ingeniería genética ha permitido que Javier nazca sin esa enfermedad. Un bebé nacido del amor y para la vida. Un milagro de la ciencia que alegró a su familia y a todo el mundo. ¿Cómo no vamos a alegrarnos ante la vida?
Pero, al tiempo, nos sitúa en un escenario de alta exigencia moral para profesionales y las propias familias.
Está bien que las ciencias adelanten una barbaridad, pero, precisamente, por ello debemos reforzar nuestros, como sociedad, principios éticos. Mientras tantos, alegría con Javier y su familia. ¡Enhorabuena!

1 comentario:

  1. …En el mundo, más de 800 millones de personas sufren malnutrición crónica.
    …Cada día mueren 300.000 niños y niñas menores de 5 años, por causas tan prevenibles como una diarrea.
    …Más de 100 millones de niños, en su mayor parte niñas, no reciben educación básica.
    …Un 10% de la población mundial disfruta del 70% de las riquezas del planeta.

    Esta vergonzosa lista, que podría ampliarse con múltiples datos y ejemplos de lo más indignantes, es un escándalo de terribles proporciones para los Derechos Humanos.

    Pobreza no es sólo la falta de ingresos. Pobreza es una condición humana que se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, la capacidad, las opciones, la seguridad y el poder necesarios para disfrutar de un buen nivel de vida adecuado y otros derechos civiles, económicos, sociales y culturales.
    Pobreza significa estar excluido, no contar, no tener voz, ser vulnerable y dependiente. Es la imposibilidad de llevar una vida digna.

    Vivimos en un mundo desigual y lleno de pobres, liderado por gobiernos y otros agentes que actúan con negligencia o haciendo caso omiso de la situación.
    Porque la pobreza es resultado de decisiones tomadas (o no tomadas) por gobiernos, empresas, instituciones y otros agentes, y así se reconoció en el año 2000, cuando los líderes del mundo hicieron la promesa de acabar con la pobreza antes del 2015 con los llamados Objetivos del Milenio. Sólo el nombre ya parecía ciencia ficción. Y quizás así se lo tomaron, porque su aportación en dólares hasta la fecha es de poco más del 10% de las cantidades necesarias acordadas para conseguirlo. De los $150.000 al año previstos se está aportando algo así como $16.000. Cifras ridículas frente a lo que ahora, en medio una crisis financiera mundial, algunos gobiernos están destinando para revitalizar la banca y las estructuras económicas. Acabar con la pobreza es posible. El dinero existe, pero las prioridades están en otra parte.

    Si quienes gobiernan el mundo no se ocupan de estos asuntos, ¿de qué se ocupan?

    Muchos años y muchas reivindicaciones han hecho falta para la abolición de la esclavitud, para el reconocimiento del sufragio femenino o para la conquista de las mal llamadas “minorías” raciales y étnicas. Han sido conquistas imperfectas, incompletas, duras y no definitivas, pero se ha avanzado mucho.
    El principal obstáculo para la realización de estos derechos es básicamente uno: la falta de voluntad política. Si fue posible abolir la esclavitud o reconocer a las mujeres el derecho al voto, ¿por qué no exigimos también el cumplimento de estos derechos?

    Muévete, rebélate contra la pobreza. (Hoy, campaña de blogs contra la pobreza)

    Porque un derecho no es un derecho si no puede ser exigido.

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