miércoles, 5 de marzo de 2008

La alegría de Llamazares

En esta campaña política donde hemos tenido tan pocas alegrías para el cuerpo y la constatación de la mediocridad de nuestros dirigentes tan sólo Gaspar Llamazares aportó un poco de esperanza a las ilusiones de regeneración democrática por la que uno suspira. Y tampoco mucha, no se vayan a creer.
El caso es el siguiente. Mi fuente es El País, por si detectan algún error. En resumen la situación es la siguiente: en el proceso de elaboración de las listas en la Comunidad de Valenciana (uno de los pocos lugares donde aún logran diputados), el sector crítico con Llamazares ganó e impuso su lista. Tanto que en los puestos de salida no aparece ningún candidato afín a Llamazares. Estos pegaron el portazo y se fueron de IU para crear un nuevo partido que aspire por el voto de la ultraizquierda que, a consecuencia de la división, puede quedar fuera del parlamento. ¡Qué grandes estrategas!
A lo que voy, ante el dilema de apoyar a los suyos, que se han ido, o a quienes no lo quieren, pero siguen en IU, Llamazares lo tuvo claro: su partido es Izquierda Unida y hará campaña con IU, aunque sean de otra corriente. Y allá fue, o no, pero, con ese planteamiento, demostró que algunos de los principios de la democracia aún se pueden aplicar. ¿Cual?, me pregunta la Tila. Pues que uno debe defender su partido y acatar los resultados de la mayoría. Y, si no te gustan, te vas, pero no andas incordiando. ¿Y dónde está el problema? Calla, Tila, calla, y vamos a pasear que no llueve.

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