Photo by Kaitlyn Baker on Unsplash Supongo que, como sucede en todo en la vida, habrá diferentes colmos. Algunos blogueros se sentirán frustrados por la falta de lectores, no es mi caso; o porque no interactúen, tampoco me sucede. Cada persona, cada autor tiene su límite, su colmo que, en un momento o en otro, se rebasa. Y yo voy a confesar el mío. Mi colmo es cuando después de semanas sin escribir, entro en mi bitácora y encuentro una entrada con varios comentarios. O con uno solo. Me es igual. Voy, con cierta ilusión (no voy a negarlo) a leer ese náufrago para responder con un mínimo de educación y me encuentro con un bot, un robot, uno de esos tipos que, como si fuese Matrix, navega por Internet y va lanzando mensajes sin sentido. Se me queda la cara tonta. No voy a escribir otra cosa. ¡¡¡Qué cojones hace ese robot aquí, escribiéndome cosas que no vienen al caso!!! ¿Por qué comentas en una entrada de cine sobre clinicas dentales? Fuera, fuera, borrado... Es mi colmo. Me cuesta soportarlo. Lo confieso. |
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