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La situación se alarga. Abril será un mes entero de confinamiento y tengo asumido que mayo seguirá el camino. No me extraña que cayese también junio y en julio iríamos poco a poco. La situación se alarga y también el experimento del teletrabajo. A pesar de ello, los días siguen cayendo sin grandes problemas. La cita de las ocho para aplaudir, el momento de empezar a trabajar, la planificación de las compras y el el teletrabajo.
Se añoran, es verdad, el tiempo con los compañeros, las charlas en la redacción, las visitas inesperadas, el sobresalto cuando se escuchaban más sirenas de lo habitual, los debates, los libros de las editoriales.
Pero el teletrabajo también tiene sus cosas buenas. Me estoy ahorrando cuatro viajes diarios Gijón-Avilés. No me importa ir y suelo aprovechar para escuchar podcast, lo que significa que ahora se están acumulando de manera obscena. También es cierto que dispongo de un tiempo para cosas que antes no podía
Más ventajas. Ver trabajar a los otros miembros de la familia permite que valores exactamente su trabajo. Antes del confinamiento podías escuchar cuando te comentaban que habían hecho o esto; entendías su cansancio por tu propia experiencia humana del cansancio, pero ahora lo ves. De la misma manera que ellos te ven y a la comprensión intelectual unen la vital, el compartir el momento.
Y luego están las propias ventajas del teletrabajo. Al final, por muy buena coordinación que tengas, el teletrabajor se encuentra solo, con lo que terminas examinando tus rutinas, tus procedimientos e introduces cambios para mejorarlos, aunque sólo sea para ganar más tiempo.
En fin, que no se está tan mal, pero quiero recuperar mi vida. Que conste.
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