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Me gusta el invierno, disfruto con el otoño, es un placer las tardes delante de la chimenea, ver llover... Pero, esto ya es demasiado. Ya necesito buen tiempo: las mañanas alegres de la primavera, pasear de noche viendo las estrellas, las tardes en la piscina, la siesta huyendo del sol....
Mientras llega el momento, y si es que llega, habrá que poner algo de música. Soy una persona de gustos variados, de amplio espectro. Leyendo los boletines de la agencia SINC veo que no me puedo acercar a Bob Dylan. Tiene 163 canciones que hablan de fenómenos metereológicos. En un autor tan prolífico como el bardo estadounidense igual es un porcentaje pequeño, pero han detectado unas doscientas alusiones al clima en su tiempo.
En mi consuelo, el artículo aclara que los científicos no dedicaron mucho tiempo a investigar estas cosas. Fueron esparcimientos intelectuales, como el descubrimiento de que George Harrison escribió Here comes the sun después de un largo y frío marzo, cuando disfrutaba de un abril soleado. Ojalá sea así este año.
Por si acaso, me quedo con la versión de Sherly Crow.
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