Esta semana llegaron a mi buzón las tarjetas censales para el próximo 26 de junio. No deja de ser una ironía, incluso cruel, de la democracia que quienes nos reclamen a la mayoría un comportamiento cívico hayan sido incapaces de ejemplificarlo en su día a día.
¿Qué ha cambiado desde diciembre? Poco, más allá de la estación y el olor de los turrones por el aftersun.
Los mismos políticos atados a argumentarios alejados de la realidad, frases ideas por los asesores y unos resultados que,según las encuestas, en poco cambiará lo que las urnas nos ofrecieron en diciembre.
Y después ¿qué?
Las tarjetas censales no me aclaran si regresarán a casa en unos meses.
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