La
capacidad del tebeo para fusionarse con otros géneros ha permitido la
creación de novelas gráficas que superan los conceptos
tradicionales del género. El periodismo es un terreno habitual para ese
maridaje, aunque no el único. Una entre muchas (Astiberri; 208 páginas; 19 euros) demuestra el resultado
de casar ensayo con los recursos del cómic en una obra que debería ser
de lectura obligatoria, como mínimo, en los
centros de enseñanza secundaria.
La
historia comienza en 1977, cuando se producen los primeros asesinatos
del que, posteriormente, sería conocido como el destripador de Yorkshire.
La
narradora es Una, pseudónimo que demuestra una actitud ética y un
compromiso moral. Una es una mujer, que ha sufrido la violencia
machista, abusos sexuales y el repudio social. Su voz quiere ser “una
de muchas” (página 11). No aspira un protagonismo, porque la verdadera
protagonista son las mujeres, las mujeres víctimas de la violencia
machista.
Ahí
se encuentra el verdadero tema del libro que se convierte en un lúcido
ensayo sobre los efectos de la violencia, el discurso
social construido sobre ella y sus efectos sobre las personas
concretas. La autora define, en el epílogo, que la obra le resultó
“liberadora” de sus fantasmas interiores que, al tiempo, son los
problemas de la sociedad.
Gráficamente,
la obra destaca por su sobriedad y el máximo aprovechamiento de los
recursos, como en la serie de trece retratos
finales para expresar el drama de las víctimas, las vidas frustradas
por el asesinato. Un elogio al valor unívoco de cada persona. Su gama
cromática es reducida. Negros y grises con usos puntuales del color para
aumentar efectos dramáticos o narrativos. El
rostro de la narradora no se identifica para subrayar que es todas las
mujeres, no una en concreto.
Publicada en el suplemento "Culturas" de La Voz de Avilés-El Comercio el 12 de marzo de 2016. Página 5.
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