Tenemos que remontarnos hasta el siglo XV para conocer el caso de una renuncia papal. Sabíamos que Benedicto XVI era amante de recuperar antiguas tradiciones, de hacer ver a los católicos la riqueza de nuestro patrimonio y la importancia de los símbolos para hacer ver la riqueza de nuestra Fe.
El anuncio ha sido una de esas noticias sorprendentes, históricas; propias de una de las personalidades que marcará una época.
Cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe planteó en una ocasión a Juan Pablo II su renuncia, solicitando ser bibliotecario para poder pasar sus últimos años en paz, estudiando y rezando. Se le reclamó un último esfuerzo que llegó hasta ayer.
Desde el anuncio se nos han dicho muchas cosas. Pero aún no conocemos lo esencial: ¿es una enfermedad o el cansancio de la miserias humanas? ¿Agotan tanto las intrigas palaciegas de Vaticano? A más de uno se le caerá la cara de vergüenza, su espíritu se estremecerá ante la mayor y más grande lección que nos ha legado Joseph Ratzinger: conocer sus límites y tener la humildad de aceptarlos.
Photo: http://es.wikipedia.org/wiki/Benedicto_XVI
El Papa dimite... ¡Magnífico! El Papa aguanta hasta el final... ¡Excelso! El que no se consuela...
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