Éramos unos críos gritando en Santa María del Mar cuando Maceda saltaba y, con un cabezazo, metía un gol a Alemania que abría el camino de España para la final del Europeo que se perdió en París en una extraña combinación de la magia de Platini y el único error que se recuerda a Arconada. Lástima de Jabulani. Todos gritábamos de alegría cuando Julio sentenció: "Joder, otra fecha histórica para recordar" para soltar a continuación todos los goles históricos que, hasta el momento, había marcado España.
El 7 de julio de 2010 añade una línea más a los deseos de un país que vive con pasión el fútbol y ve como se acerca el momento de terminar con la pertinaz sequía de triunfos. Y, nuevamente, fue un defensa, Puyol, con el partido agonizante, el que llevó al equipo a la gloria. Hasta aquí la historia se escribe de forma paralela. Llega el momento de diferenciarse y, el próximo domingo, poder cantar la victoria definitiva. Cierto es que, en aquella Eurocopa, Alemania le había metido un buen baño a España, algo que ayer no sucedió.
Pase lo que pase, como cantan los del Sporting, ya nadie nos podrá quitar la ilusión, la alegría. Avilés fue durante el partido una ciudad desierta para después explotar en alegría y gritos, ilusión y fecilidad.
Por unos minutos nos olvidamos de la realidad. Ignoramos un gobierno incompetente, una economía en ruinas, unas leyes homicidas, una oposición incapaz. Nos olvidamos de todo para gritar soy español, soy español, soy español. Y hoy, de nuevo, en la cola del paro, esperando la regulación de empleo o viviendo el día a día con angustia los españoles podrán sonreír gracias a los sueños que once bajitos en pantalón corto alimentan.
No paremos de soñar.
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