Apareció por la oficina cuando nadie lo esperaba. Todos estaban a su labor, apurando las tareas. Quedaban pocas horas para el fin de semana.
-Os vengo a vender mi lotería antes de que se acabe. En Avilés, ¿sabéis? mucha gente me la está pidiendo y no quiero que os quedéis sin ella.
Martínez no levantó los ojos del teclado, quedaba poco para cerrar ese expediente. Fernández, más ingenuo, le dio las gracias y siguió a su tarea. El tipo insistió.
-No sé si queréis mi lotería, pronto se terminará.
Ah, la lotería de Navidad, la contrapaga de la lotería de Navidad.
Martínez miró de reojo el reloj, comprobó que ya tocaba cerrar. Y el expediente terminado. Perfecto. El punto siguió insistiendo con su lotería.
-Ya hay mucha gente que la ha comprado, no sé si queréis mi lotería.
Fernández habló.
-¿Y tú, cuanta vas a coger de la lotería que yo vendo?
-Hombre, Fernández, ¡¡qué cosas me dices!! Si compro toda la lotería que me ofrecen no daría abasto.
Y se fue sin vender lotería.
Eso es la loteria de navidad: una contrapaga. Yo de momento no he comprado nada, pero está claro que acaberé cayendo.
ResponderEliminarSuerte tienes. Uno, con eso de vender, también compra y compra. Quid pro quo, que se dice.
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