No me considero euroescéptico, siempre he apoyado con mi voto todas las propuestas para avanzar en la integración de la Unión Europea, que considero que es uno de los grandes proyectos de nuestro tiempo. Sin embargo, cosas como la ratificación del Tratado de Lisboa por Irlanda me dejan con la mosca detrás de la oreja.
Primero por la falta de previsión. La euro-casta puede muy bien redactar su Tratado y lo que quiera, pero como tiene que se ratificado por el vulgo, debe tener en cuenta un plan b por si nos da por decir que no, aunque sólo sea por joder. Pero nada de eso, no hay alternativa y cuando sale un rechazo parcial se monta la marimorena.
Y entonces se vuelve a convocar las elecciones para que salga el resultado que se buscaba. Y eso tampoco me gusta. No huele a muy democrático. Es como si José María Aznar, después de perder las elecciones con José Luis Rodríguez Zapatero volviese a las porque no le gustaba el resultado, no lo creía conveniente para su partido, su país ni para Europa.
Muy bien, tragamos esa por Europa y que suene el Himno de la Alegría, pero ¿qué hubiese sucedido de vencer de nuevo el no? ¿Un tercer referéndum?
Tal vez, en vez de culpar a los ciudadanos, deberían reflexionar sobre la propia construcción de la UE, si el ritmo es adecuado o si los ciudadanos no queremos más Europa de la que tenemos. Como ya se ha escrito, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio
No hay comentarios:
Publicar un comentario