Todos los años, en la fiesta de El Rocío mueren caballos, según denuncia El País. Sus dueños los alquilan a personas que los harán cabalgar sin comer ni beber hasta la extenuación. Los mandan al matadero, a una muerte cruel.
El caballo es un animal hermoso, verlo trotar es un espectáculo: la armonía del cuerpo, el galope... No sé cómo cabe en una persona tanta crueldad. O tal vez sí. Y más en un escenario donde se supone que debe reinar el Amor, el amor entre todos, el propio Amor de la humanidad hacia la naturaleza que ha recibido como regalo y debe cuidar.
¿Por qué será tan difícil hacer las cosas bien, respetar, cuidar, poder ir a dormir con la cabeza tranquila?
Hoy es un día para hacerse muchas preguntas. No es por nada. Simplemente, se despierta nublado.
Foto: J. M. Serrano, ABC
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