Arturo Fernández desveló hace unas semanas en El Comercio que no representaría su función teatral en el Jovellanos durante las próximas fiestas de Begoña, algo que consideraba una tradición. Nada más conocerse la situación, se armó el gran, o pequeño escándalo. El PP denunció una mano negra por su participación activa en la campaña del centro derecho en las anteriores elecciones mientras que no faltaron escritos de gijoneses arremetiendo contra algunas declaraciones suyas en las que ponía a Oviedo como ejemplo por encima de Gijón. Y eso, en la villa de Jovellanos, es un grave delito.
Toda esta polémica demuestra que, como también sucede en otras ciudades, cuando se está en campaña se suele debatir de muchas cosas y también se callan debates que interesan a los ciudadanos. Por ejemplo, qué programación debe asumir un teatro público como el Jovellanos o el Palacio Valdés. Después de todo, parte de los costes se financian con el dinero de todos los ciudadanos. ¿Convertimos al Estado, y el Ayuntamiento es parte del Estado, en un mero distribuidor de cupos o en un agente activo? Es decir, ese porcentaje de la población que defiende el valor cultural de Arturo Fernández tendría derecho a que parte de sus impuestos fuese para que ellos reciban el teatro que les gusta o no. Dedicamos el dinero de todos a propuestas más o menos arriesgadas, innovadoras y situadas en la elite o la altura cultura mientras que los circuitos comerciales, o parcialmente subvencionados, asuman sainetes populares como los que representa Arturo Ferndández.
Ese es un debate que se debe abordar entre los ciudadanos, entre los partidos y los ciudadanos y luego ser coherentes con las conclusiones. Así se evitarían polémicas y la gente sabría para que votamos y lo que podemos esperar de nuestro gobierno. No hay que tener miedo a la democracia, sino a la ignorancia y el silencio de los gobernantes.
Toda esta polémica demuestra que, como también sucede en otras ciudades, cuando se está en campaña se suele debatir de muchas cosas y también se callan debates que interesan a los ciudadanos. Por ejemplo, qué programación debe asumir un teatro público como el Jovellanos o el Palacio Valdés. Después de todo, parte de los costes se financian con el dinero de todos los ciudadanos. ¿Convertimos al Estado, y el Ayuntamiento es parte del Estado, en un mero distribuidor de cupos o en un agente activo? Es decir, ese porcentaje de la población que defiende el valor cultural de Arturo Fernández tendría derecho a que parte de sus impuestos fuese para que ellos reciban el teatro que les gusta o no. Dedicamos el dinero de todos a propuestas más o menos arriesgadas, innovadoras y situadas en la elite o la altura cultura mientras que los circuitos comerciales, o parcialmente subvencionados, asuman sainetes populares como los que representa Arturo Ferndández.
Ese es un debate que se debe abordar entre los ciudadanos, entre los partidos y los ciudadanos y luego ser coherentes con las conclusiones. Así se evitarían polémicas y la gente sabría para que votamos y lo que podemos esperar de nuestro gobierno. No hay que tener miedo a la democracia, sino a la ignorancia y el silencio de los gobernantes.
Una pregunta tonta.
ResponderEliminarCon este planteamiento -no el tuyo, sino la idea que se esconde detrás de la declaración de Arturo Fernández, que puede ser cierta o no-, la única solución posible es que no se le puede decir no -sean cuales sean los motivos- a aquellos que han defendido una idea contraria a la tuya.
Vamos, que el PSOE de Gijón debe decir sí a Arturo Fernández, aunque para la negativa no haya influido el color político -cosa que no sabemos- y el PP de Oviedo debería decir sí a, pongamos por caso, los que llamaban "pancarteros" cuando las manis de la guerra de Irak.
A Gabino ya le ocurrió algo parecido con Moncho Borrajo, en cuanto a que los famosos aprovechan su "tirón" para lanzar una suposición y pretender convertirla en realidad.
Eso sí, si se pudiese demostrar algo, ¡caña!
Si empezamos a hacer distingos entre alta cultura y "¿baja?" cultura empezamos mal ¿no? que el origen de esa idea nada tiene que ver con la cultura, sino con la posición social que, me parece, a estas alturas es algo fuera de lugar.
ResponderEliminarNo sé por qué Arturo
ResponderEliminarFernández nunca viene al Palacio Valdes. Tal vez aqui tengamos un nivel mucho mas alto que en otras ciudades, y no nos interese el digamos teatro más comercial... Ése que no depende de las subvenciones de turno y es costeado por su público, generalmente burgués y de derechas.
Esa es otra, el que Arturo Fernández simpatice con el PP, para nada significa que sus seguidores tengan esa visión política. Menudo maniqueismo. Mis papis son votantes del PSOE y les encanta Arturo Fernández.
ResponderEliminarY he acabado hablando de otra cosa que la proponía Fernando, que es más complicada de resolver, la verdad.
Pues sí, es complicado eso de la programación en los teatros, de las barreras entre la alta cultura y los productos más comerciales. Pero es un debate que se debe abordar.
ResponderEliminarEn mi fugaz (de fugarse) estancia en la prisión de San Pablo había un tipo que hablaba de los pavos de Durkheim, de los de Weber y sobre todo de una tal Rolanda Barthes que decía Eco y después de otro tal Gubern de Roma (de estos sí me acuerdo un poco más), que siempre les había preocupado mucho eso de la cultura, Ana Cristiana. Pero ahora yo ya no me preocupo de esas cosas, bastante tengo con lo mío. Arturín siempre me hizo gracia, como había estado pa' dentro con Paco el Águila, pues ahora me identifico un poco más, aunque ya chochea bastante. En fin, no creo que vaya a verlo ni a Gijón ni a Oviedo. A lo mejor a Avilés sí, por eso de la calle de en medio. Reverberemos.
ResponderEliminarQué raro, el anónimo ese, vaya por donde vaya en la red siempre me lo encuentro metiendo caña a la peña. ¿Será un problema de personalidad?