Olvidada en los últimos premios de la Academia del Cine Americana, American Gangster es una de esas joyas con las que nos sorprende, de vez en cuando, Ridley Scott, un director desconcertante pero que siempre firma películas que, por lo menos, no aburren. La película necesitaría, al menos, una hora más de metraje, o dos películas al estilo de aquella épica Érase una vez en América, porque la parte final, la resolución de la investigación, se resuelve en unos pocos minutos. Antes, queda un buen rato de intriga, de búsqueda policial en un relato donde no cae la tensión. ¡Lástima haberla visto doblada y no poder apreciar todo el talento de Denzel Washington y Rusell Crowe!
Con todo, lo que más disfruta uno del filme es su contenido, el enfrentamiento entre ambos protagonistas. Ambos se presentan como personas normales, con sus grises que llegan a ser desconcertantes. Y, sobre todo, en el fondo planea cómo existe una naturaleza moral en las cosas. El delincuente de la película es un traficante de drogas que, sencillamente, trasvasa las leyes del libre mercado al narcotráfico con la pulcritud de un alumno de una escuela de negocios levantando una franquicia para productos cosméticos. Su resultado es devastador por la propia radicalidad del mal que, como infección, invade todo.
Es una lectura propia de la película que, sin duda, vale la pena ver. No se la pierdan.
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