Mañana es el gran día de las beatificaciones de los Mártires españoles de la Guerra Civil. Su único delito era ser religiosos y tratar de vivir en coherencia con sus ideales. Pagaron con su vida a pesar de que, en ocasiones, los asesinos les ofrecieron la posibilidad de salvar el pellejo si renegaban de su fe. Murieron salvajemente y murieron perdonando.
Está bien recuperar la memoria de esas vidas y aprender la importancia del perdón entre nosotros. Su ejemplo nos debe enseñar que la intolerancia y el fanatismo no puede prender en nuestros corazones y que, por encima de las diferencias ideológicas, todos somos humanos, hijos de un mismo Dios, aunque no alcancemos a comprenderlo.
La sangre de los inocentes debe alimentar la paz, no el rencor.
Eso de hijos de un mismo dios te ha quedado sublime. Así y todo algo más habría que hablar de todo esto.
ResponderEliminarVenga, Luis, dispara... Y montamos un buen debate.
ResponderEliminarQuerido tocayo, has hablado y has hablado bien, pero mientras alguien se empeñe en recordarnos que unos fuimos azules (movistar) y otros rojos (vodafone), y los azules y los rojos se comían unos a los otros, pues como que difícilmente podremos fusionarnos en un solo color.
ResponderEliminarEn un informativo ya oía a alguien criticar la beatificación de los de la derecha preguntándose que qué pasaba con los del otro bando (?), que si no eran igualmente santos, el tocino comparado con la velocidad.
Así que a seguir tirando para delante y pagando impuestos, que los que mandan tienen que comer, y comer bien.
Pues sí, pues no.
ResponderEliminarCierto que empeñarse en que unos fueron azules y otros fueron rojos parece un absurdo y que buscarle más vueltas de la cuenta a una situación de la que difícilmente se va a extraer una verdad inequívoca parece una pérdida de tiempo.
Dicho esto, no tiene ningún sentido una beatificación donde se mira el carnet de los beatificados, porque eso no es una beatificación, sino algo parecido. Por no citar -a falta de contrastar la información- que al parecer en las palabras que se dijeron hubo referencias a la ley de memoria histórica y el matrimonio homosexual. Es decir, de nuevo, algo ajeno a la fe y la religión y sí cercano a la política.
Yo es que no veo ningún problema en esa ley de memoria histórica si realmente se sabe encontrar el equilibrio. ¿Tan difícil es que todo el mundo reconozca que una dictadura es una dictadura y no es algo de lo que debamos estar orgullosos y por tanto loarlo en el recuerdo? ¿tan difícil es reconocer que hubo españoles enterrados en fosas comunes y que sus descendientes tienen derecho a enterrarlos dignamente? Es que no sé donde está el gra problema, ¿a quién puede molestar eso?
Y el otro bando, que se comportaría con igual fiereza ¿qué? pues lo mismo, que no creo que todos los muertos en fosas comunes sean "rojos", para las otras cosas ya hubo tiempo y "justicia", exactamente cuarenta años donde la justicia fue, durante mucho tiempo un ajuste de cuentas.
Y que aún alguna personalidad nos salga diciendo que no puede criticar una dictadura porque también tuvo cosas buenas... una comparación siniestra por si alguien quiere darme un capón: la muerte de un hijo también tiene cosas buenas, te ahorras dinero al principio de curso, puedes salir sin preocupaciones por la noche... en fin que cómo se le va a ocurrir a nadie decir que perder un hijo es algo malo.
Que un diputado español, elegido democráticamente, sea incapaz de criticar una dictadura -vale para Mayor Oreja, vale para los que ponen paños calientes a lo de Cuba- es una contradicción que debería avergonzarnos a todos.
Annie, deberías tranquilizar tus ideas y no mezclar las churras con las merinas. Es un error, un gran error, mezclar las beatificaciones con temas políticos como tu haces. Los beatos murieron en un conflicto bélico, pero no murieron combatiendo sino por su Fe y por no renegar de ella. Son un ejemplo para los católicos. Y en la Guerra Civil hubo católicos en ambos bandos, pues en la República también hubo creyentes, aunque menos. Es un error la manipulación, desde el frente político ya que la beatificación tiene que ver con la Fe, no con la politica.
ResponderEliminarMientras no asumamos que todos fuimos derrotados en la Guerra Civil pues en un conflicto de ese tipo nadie gana, seguiremos mareando la perdiz.
En otro momento hablamos de la Ley de la Memoria histórica, pero me parece que se mezclan fines loables con gilipolleces zapateriles.
Hombre, Fernando, no he sido yo quien ha hecho distinciones de fe a la hora de beatificar, no creo ser yo quien esté mezclando nada.
ResponderEliminarPero en fin, paso del tema, la verdad es que me da absolutamente igual a quien beatifiquen, es algo totalmente ajeno a mi forma de ver las cosas.
Anne Ch. tiene razón en todo cuanto ha expuesto.
ResponderEliminar¿Quién ha comenzado una guerra civil y como consecuencia murieron religiosos de ambos bandos, aunque ahora sólo beatos son los de un bando?
La Iglesia que empiece por pedir perdón, por la guerra, porque desde el principio supo muy bien de qué lado ponerse. Aún no les he oído pedir perdón.Y mira que llevan muertos a lo largo de la historia sobre y bajo sus cruces.
Esto de ahora otro teatro más, ritos y más ritos, eso también se les da muy bien
No creo que la Iglesia deba pedir perdón la Guerra Civil, entre otras cosas porque el intento de golpe de Estado que fracasó y degeneró la Guerra Civil no lo organizó la Iglesia. Cierto que en su complejidad hubo parte del estamento que alimentó la contienda, posiblemente hartos del anticlericalismo, ofensas y violencia sufridas.
ResponderEliminarNo tiene sentido beatificar a personas que no creen. Cuando se proclama un beato, se pone un ejemplo de fe y vida. En este gente, de personas que sufrieron odio y persecución y respondieron con amor. Los beatos lo son tras un proceso donde se prueba que la muerte fue por odio a la Fe. No levanta ampollas el martirio de San Edith Stein por los nazis en Auswitch, o como se escriba. ¿Por qué parece mal el asesinato de Fray Eufrasio Barredo por milicanos de izquierdas por ser sacerdote?
Seguramente la Iglesia deberá perdón por errores, como ya ha pedido en el pasado; pero también alguien debe pedir perdón a la Iglesia por las ofensas cometidas, por los asesinatos. Y nadie lo hace. Frente a ese lenguaje de odio y rencor que desprende el último anónimo, me quedo con la lógica del amor y la reconciliación que predican los beatos. Por mucho que duela a algunos.