Las religiones no pueden tener miedo de una laicidad justa, de una laicidad abierta y que permita a cada uno vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia.Si se trata de construir un mundo de "libertad", "igualdad" y "fraternidad" creyentes y no creyentes deben sentirse "libres" de serlo, "iguales" en sus derechos de vivir su vida personal y comunitaria con fidelidad a sus convicciones. y tienen que ser hermanos entre sí.
Benedicto XVI,
Mensaje en la inauguración de El Atrio de los Gentiles,
Roma, marzo de 2011
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