domingo, 28 de abril de 2013

El sacrificio








Me ceban y se alegran de mis kilos; se alegran del peso que gana el ternero. Se imaginan mis chuletas en la brasa, se hacen la boca agua pensando en mis solomillos. Alguno se pregunta por mi tranquilidad, por las causas de mi felicidad. Mirad a Hermoso, no sabe lo que le espera. Pobres desgraciados. Soy feliz porque conozco mi vida, mi destino; lo me aguarda mientras ellos corretean y juegan con ilusiones ignorantes de que acabarán sus días como yo: siendo pasto de los gusanos.

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