Jesús Sanz Montes
Como católico no puede nada más y nada menos que molestarme cuando en la prensa me entero de la última ocurrencia de nuestro arzobispo. Jesús Sanz Montes anuncia que donará una parte significativa de su sueldo a Cáritas. Nada más leerlo, pensé en otro Miguel Ángel Villalba, con la diferente de que a éste lo considero un tonto con suerte mientras que del obispo esperaba mucho más y, hasta el momento, tengo poco y malo. Porque no cabe duda que la demagogia en la que tan cómodo se encuentra Jesús Sanz Montes es una mala consejera para el que debiera ser un príncipe de la Iglesia.
Y no es por entrar en qué considera significativo o no. Eso es lo de menos. En plena celebración del Nacimiento de Nuestra Señora se carga el consejo evangélico de no presumir de las obras de caridad. Ya saben, eso de que lo que de tu mano izquierda no lo sepa la derecha u otros historias similares. No, no me imagino a San Francisco anunciando por Asís que iba a hacer obras de caridad. Por lo visto, sus hijos sí.
Yendo a más, basta con leer a Benedicto XVI para coincidir en el riesgo de un activismo excesivo, que nos quite la mirada de los problemas reales. No se trata de no hacer nada, pero siendo conscientes de que todo nuestro esfuerzo nunca podrá solucionar los problemas de la gente ni todas las crisis económicas.
Ciertamente, Cáritas hace un trabajo loable. Pero todas las personas que colaboran, incluso con cantidades significativas para que los que más sufren no se quedan atrás, se merecen algo más de un obispo.
Por ejemplo, recordar la Doctrina Social de la Iglesia, tan vigente y tan vanguardista; recordar la necesidad del respeto a los trabajadores, de la austeridad, de vivir conforme a las posibilidades. Me hubiera gustado escuchar esas palabras, pero no, prefiere refugiarse en el lugar común, en el espacio del aplauso fácil en vez de denunciar los problemas de la sociedad.
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lunes, 10 de septiembre de 2012
El obispo de la demagogia
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