miércoles, 16 de mayo de 2012

El eclipse



Me pongo en la piel de los pueblos antiguos y vivir un eclipse debía ser aterrador. El sol desaparecido y la noche volvía a reinar. O la luna, ese faro del cielo en la oscuridad, se ocultaba durante un rato para luego regresar trayendo la tranquilidad de la rutina, la monotonía salvífica. 
Sí, en ese contexto, la ciencia, aunque primitiva, debía ser un anticipo para el bienestar de todos. Pero, recordemos a los mayas, al final terminó para justificar la explotación por parte del poder, los sacrificios humanos para calmar a los dioses con una lógica que sólo desde el poder se entendía.
Y, al final, nos encontramos con una cruel paradoja: ver la facilidad con la que se corrompen aquellos que deben servir al bien común y optan por asegurar una estructura de dominio a su servicio.
A los mayas, de nada les sirvió y terminaron desapareciendo como pueblo. 
A ver qué sucede con la actual crisis económica que, sobre todo, es la crisis de valores de una sociedad desnortada.

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