
Es uno de esos placeres del verano: el chocolate frío. En invierno no sabe igual e, ignoro los motivos, no sabe igual. Pero estos días de calor es un placer abrir la nevera y sacar la tableta de chocolate, cuanto más negro mejor, y comer un par de onzas y notar entre los dientes como la sensación de frío se entremezcla con el sabor del chocolate, ese punto de amargura. O como se describa pero que a uno le parece un sabor fantástico.
Prefiero tu seccion de gastronomia, más realista, que la gastronomía-ficción del colega Luis María.
ResponderEliminarAgradezco las flores, pero hay que reconocer el mérito de Luis María que, además, tiene su público.
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