Al final hubo suerte y se desconvocó la huelga de la limpieza. Mis malos augurios se van a la papelera, de lo que me alegro. No fue una decisión fácil para la plantilla. Estuve en la asamblea y comprobé como el comité escuchó de todo menos palabras agradables. Es el precio que se debe pagar cuando, al inicio de un convenio, las justas reivindicaciones de los trabajadores se alimentan sin pensar que, en la propia negociación, habrá que ceder algo para alcanzar un acuerdo. Los asesores sindicales se encargaron, por fin, de aportar algo de sensatez y tratar de reconducir la situación.
Entre hoy y mañana las negociaciones se pueden retomar. Espero que la empresa (que ha negociado con gran dureza) sea sensible a este gesto de los trabajadores y mejore su oferta. De lo contrario, el siguiente conflicto será mucho más duro que el de Nochebuena. Ayer, la mayoría se decantaba por una huelga indefinida. Esperamos no vivirla.
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