jueves, 28 de noviembre de 2024

Esperando al tren




¿Qué hago yo aquí, esperando al tren? Las prisas, dicen, son malas consejeras. A izquierda y a derecha la vista es despejada. Nada se ve, nada se escucho. Uno, dos, tres, cuatro... Las personas cruzan la barrera bajada y uno no sabe si la alarma que suena (pi, pi, pi) se dedica a contabilizarlas para que la inteligencia artificial (oh, es ella) gestione la sensorización de la ciudad y mejore la gestión de los servicios públicos. Risa floja. 

No debe ser nada de eso porque la alarma sigue sonando, aunque no pase nadie. Así que la opción de la contabilización se desvanece  mientras yo, de pie, sigo preguntándome para qué pasar. Pero la pregunta también es por qué pasar, que no supone la intuición del riesgo, sino valorar el destino, apreciar si allá donde vamos merece infringir una norma, aunque no suponga correr ningún riesgo porque, repito, a izquierda y derecha, no se ve ni se escucha ningún artefacto ferroviario. O sea que casi como Shakespeare: cruzar o no cruzar ese es el dilema. Y el dilema se evapora cuando aparece, previo anuncio sonoro, no con el pi--pi, sino con un bramido, de la máquina. Y ya entonces te puedes disponer a cruzar sin saber, aún sin conocer el destino y si vale la pena.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Una mirada original al cine de zombies

 


Fuente: Film Affinity


Las películas de zombies son casi un género en sí mismo dentro del muro fantástico que, a vuela pluma, se pueden dividir en dos grandes grupos. Películas de zombies y películas de virus que convierten a los humanos en zombies. Morir solo (Die Alone) es una película de Lowell Dean, con una filmografía volcada en el género fantástico, que se acerca a este género, en la variante del virus, con el atractivo de contar con Carrie-Ann Moss como protagonista y a Frank Grillo como secundario de lujo. 
Siendo una película de este año, es complejo comentarla sin destriparla; así que omitiré muchas cosas. Lo más reseñable es que se trata de un acercamiento original al mundo zombie, tanto en la transformación de las personas (se convierten en plantas, las que llegan a ello) como una historia que cuenta con bastantes trampas, pero que se deja ver. 
Aunque sólo sea por esa mirada original, vale la pena verla si te gusta el género fantástico.

jueves, 21 de noviembre de 2024

No tan rápido, por favor

 


Foto de Yahya Momtaz en Unsplash



Hace veintiséis años,  caía el Muro del Berlín. Estudiaba Periodismo y algunos compañeros buscaban la forma de alquilar un coche y cruzar media Europa para vivir un acontecimiento histórico. Se construía un nuevo orden mundial, o eso decían, y teníamos la sensación de ser protagonistas de la historia. Nuestros padres habían conocido la Dictadura franquista y la Transición. Eso no era nada al lado de lo que íbamos a vivir nuestros. Día a día, las páginas de los periódicos se abrían con lo que, en el futuro, se estudiaría en los libros de historia. ¿Cómo no gozar de ese momento?

Sin embargo, ahora, cuando se ven posibilidades reales de un cambio en Oriente Medio si se consuma el colapso de Irán, con las dudas de la evolución de la Unión Europea y los neopopulismos; con la tercer guerra mundial híbrida que se vive en Ucrania uno ya no tiene ganas de ser protagonista de la historia.

Supongo que será la edad, pero a lo que uno aspira es a la tranquilidad, a días de lectura y de cine; a poder sentarme a fumar una pipa viendo el tráfico pasar y jugar con las nubes. Más lento, por favor; más lento, señor mundo y deje algo de historia para las generaciones que vengan en el futuro. Ellos también tienen derecho a ser protagonistas.

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