Más allá del debate sobre la salud pública, la nueva normativa antitabaco ha contribuido de una forma importantísima a desarrollar el I+D nacional. Hosteleros sin grandes recursos económicos han recurrido a diferentes métodos para que sus clientes puedan disfrutar del tabaco. En un paseo por Gijón encontré varios ejemplos.
Calle de Ceriñola, en La Calzada, Gijón
Este es el primer paso. Aqui, el hostelero apuesta por la fidelización del cliente, no vaya a ser que arrample con el cenicero y monte la tertulia en medio de la calle o en otro local.
En El Cerrillero
Este es un caso más complicado. La maceta se ha reconvertido en un cenicero de diseño, lo digo por la forma que me recuerda una patata. Y digo lo de complicado por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino. ¿Qué hacemos con este caso de desforestación? ¿Se incumplirá el protocolo de Kioto por retirar esas hojas verdes por chimeneas humanas?
En la calle Camino de Rubín, El Cerillero, Gijón
Un último ejemplo. Al lado del tradicional cenicero, la base de una escobilla de baño reconvertida a nuevas labores. Y, para que nadie tenga dudas:
El propietario nos lo indica claramente en astur-castellano. Posiblemente, el original diseño impide los intentos de robo del artilugio.
El caso es poder fumar.
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