lunes, 28 de marzo de 2022

Tristeza de un bloguero

 


Photo by Marcos Paulo Prado on Unsplash


¡¡Qué triste es la vida de este bloguero!! No escribía en el Archipiélago desde que me autofelicité por su cumpleaños. Sí había escrito en Pipas y Tabaco, en Doctor Bacterio y, hace un rato, cuando entraba para escribir vi mi terrible tristeza.

Pensaba uno en el tema de hoy: ¿una reseña en Ex-libris? ¿Esa reflexión sobre el nuevo mundo que se alumbra a raíz de la guerra de Ucrania? ¿Hablo del Rey Juan Carlos, de la velocidad en las ciudades? Y, en ese momento, al abrir el panel de escritura me encuentro con un comentario en mi última entrada.

¡¡Qué ilusión!! Porque significa, ante todo, que una persona te ha leído y ha sentido la necesidad de reaccionar contigo. Lo que diga después es otro tema. Pero había que leerlo, ver lo que decía...

Y ahí voy, todo ilusionado (soy sincero, les digo la verdad) y veo que el comentario no es de una persona, sino de un robot, de un bot (como se dice ahora) promocionando no sé que hoteles. Por lo menos no publicita la viagra, lo que me generaría algo de inquietud.

Mientras borraba ese comentario pensaba en lo triste que era mi vida de bloguero. Si al menos escribiese con más frecuencia no me ilusionaría tanto con un comentario que, a la hora de la verdad, no fue tal.

4 comentarios:

  1. ofcadenas@gmail.commartes, 29 marzo, 2022

    Estimado bloguero.
    No acostumbro a hacer comentarios en los blogs.
    A la pereza que me ha producido siempre hacer algo con final incierto, se suma mi tendencia a aplicar el principio de la ley del mínimo esfuerzo. También es verdad que uno recuerda haber nadado, en aguas tan bravas como las de twitter o en sitios peores como forocoches, y tras haber recibido tres o cuatro dentelladas de tiburones que por allí siempre merodean, coger un miedo atroz a nadar... y es que "Gato escaldado, del agua fría, huye". Así que en estos años, me he vuelto un completo francotirador en cuanto a las RRSS se refiere. Ahora me sitúo ante el muro de las publicaciones, que me suena al de Jerusalem, y solamente ojeo, leo, río, me sorprendo, me indigno, lo que sea..., pero siempre como ese cazador que tiene la gacela en la cruceta de su mira telescópica, aunque jamás apretará el gatillo del rifle. Ya no doy likes, no comparto nada, no cito a nadie, ni siquiera emoticonos pongo... Y la verdad es que me va mejor, no sufro tanto, y si, soy más feliz, lo reconozco. Te cuento todo esto, porque leyendo esta entrada tuya, he caído en la cuenta que esta actitud de no comentar nada por miedo a un feedback envenenado, también impide que yo le preste aliento y apoyo al que lo necesita, o sobre todo, al que se lo merece. Te animo a que sigas publicando más entradas. No sabría decirte cómo cayó la primera en el escritorio de mi ordenador, pero cuando me aparece un aviso de una nueva, no la dejo para más tarde, y eso es buena señal...¿no? Recuerdo especialmente aquella en los inicios de esta "peste" que aún nos asola, donde nos describías tu salida al exterior, a lo astronauta, evitando tocar las cosas infectadas, las manillas, los botones del ascensor... Me sentí tan identificado…, y sin embargo hoy todo eso parece tan lejano y cómico que dice mucho del torbellino de mundo en el que andamos metidos. También me encantan tus comentarios sobre libros o películas. Ojalá fueses más prolífico en este sentido. ¡Toma nota!. De hecho al ver la foto de esta entrada, predije que sería un comentario sobre las tortas que va regalando el Will Smith. Da igual, porque me alegro finalmente que haya sido esta especie de mensaje en la botella que nos has lanzado y que al recoger del agua, me ha empujado a escribirte. Ahora fantaseo, imaginando tu alegría al ver que este comentario viene de un humano, menos humano quizás, pero al menos no de un miserable bot. Seguramente que hay más lectores que les pasa como a mi y te leen. Aunque no dicen nada. Gracias por hacer lo que haces. Un abrazo.

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    1. Gracias por leerme y por escribirme. Intentaré ser más frecuente en este espacio.

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  2. La causalidades en la vida...

    En España, un periodista escribe una entrada en su blog, lo abandona y cuando regresa, ve emocionado una notificación de comentario que resulta ser un bot.

    En otra parte del mundo, en Transilvania, un mexicano busca en Twitter ilusionado cosas de la ciudad del bloguero pues quiere mudarse ahí. Entonces encuentra su tuit acerca de su nueva entrada y donde cuenta que ilusionado esperaba un comentario real y resultó un fiasco.

    Aquí está el comentario que esperabas. Un saludo.

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    1. Gracias por el comentario, Vampipe. A ver si publico con más frecuencia.

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