lunes, 23 de noviembre de 2009

Obras en casa

Hoy blogueo con ruido y frío. Dos operarios trabajan en casa arreglando las ventanas. Así que entra el frescor matinal mientras ellos le dan a las brocas y a la silicona. ¿Cómo es posible que se tengan que arreglar las ventanas en un edificio que apenas tiene tres años, que no sale ni en Google maps? Pues sí, así son las cosas. Los efectos de la crisis de la construcción.
Cuando el edificio estaba en obra, la empresa que vendió las ventanas a los constructores (Teconsa, implicados en sumarios de corrupción, empresa en quiebra. Mi consejo: si los ven, cambien de acera) les pasó un presupuesto para la instalación de las ventanas. Demasiado caro, les dijo la aparejadora que dirigía la obra. Con ese dinero, aseguró, contrato a un negro todo un día.
Y no sé si contrató a un negro o a dos, pero el caso es que no pudieron poner peor las ventanas. De hecho, cuando llevábamos unos meses, comenzaron los problemas. El 2 de mayo de 2008 informamos en la oficina de obra de Progea (los promotores, otra pandilla de hijosdeputa, mi consejo: no les pidan ni la hora, que se la darán mal) problemas en una ventana. Hasta ahora. Por el medio, la consulta a un abogado y la visita de un perito para saber si teniamos material para reclamar judicialmente el arreglo. Y si que lo había, pero ya sabes lo que es un juicio: tú dices una cosa, la otra parte dice otra, el juez decide y tu asumes tus gastos. O sea que para unos arreglos de 1.100 euros (había otras chapuzas en un piso que la panda de hijosdeputa de Progea vendieron como de lujo) nos metíamos en 1.700 euros de gasto y a rezar para que su señoría fuese favorable a nuestros intereses. Esa es la realidad de nuestra maquinaria judicial.
Así que, al final, optamos por asumir nosotros el arreglo con una gente que, por lo menos, saben lo que hacen ya que son el servicio oficial de las ventanas.
Y, como a perro viejo todo son pulgas, seguro que hay algún honrado trabajador de Progea, incluso el negro de Teconsa, que se molesta por lo escrito. Lo siento, compañero, pero mis adjetivos no son con ánimo de injuriar, sino para liberar toda la rabia contra la panda de hijosdeputa que tenéis encima y que, posiblemente, contribuís a mantener por no saber ni leer las instrucciones sobre cómo colocar una ventana.
Y, de esta manera, contribuyo a esa frase que dicen que blogear alivia más que ir al psicoanalista. Porque he quedado de un relajaoooooooooooooo. A ver otra vez: "esa panda de hijosdeputaaaaaaaaaaaaa de Progea y TeconsaAAAAAAA", pero qué alivio, qué alivio.

4 comentarios:

  1. Quedaste a gusto, sí señor.
    La verdad es que cualquier chapuza en casa da rabia, pero pensar en arreglar algo que tiene tres años... dan ganas de cargarse a alguien!

    Que sean leves las obras.

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  2. Ja, ja, ja, ja, ja, ja......
    Perdón Fernando por las risas, no me rio de tí sino de eso que yo siempre pienso de.
    ¡¡¡Coñooooooo pero que agustirrininnnn que me he quedao!!!

    Siento lo del stress postraumático de la obra.....pero chico, cuanta razón tienes con todo lo que has dicho.

    ;-)

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  3. Mal de muchos...
    En mi adosado (superlujo) no conectaron bien una bajante de fecales. Colores, olores y maldiciones de pozo negro en todo el sótano. La empresa constructora desapareció al terminar la obra y los mismos perros con distinto collar montaban otra para la siguiente obra.
    Aún recuerdo la cara del timado al que no le pagaron las magníficas puertas del garaje, y sus palabras: me arruinaron.

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  4. Fernando, te veo perdido entre Consejos de Admon.

    Progea, teconsa, no me extraña que grites tu rabia. Ojalá muchos gritasen y blogueasen más. Es sanísimo.

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