martes, 23 de junio de 2009

Así se hizo

Siempre he sentido simpatía por la gente de Óptica Festival, aunque no conozco a ninguno de ellos (o al menos no caigo en ello) ni he acudido a ninguno de sus actos, bien por pereza o por estar trabajando, lo que, hasta el momento, ha sucedido la mayoría de las veces. El caso es que cuando recibí la invitación para el Día del Videoarte decidí apuntarme sin dudarlo.
La convocatoria se hizo con tiempo suficiente, margen para pensar en la imagen. Sí tenía claro que no saldría de cara en la fotografía. No es algo que me guste mucho. Comencé a buscar una localización.
No me costó decidirme por el parque de El Muelle. Por una parte, su construcción fue un símbolo de crecimiento y modernidad en su momento de la ciudad y, además, cuenta con suficientes elementos simbólicos. Se trata de reivindicar el valor de imagen y los símbolos son fundamentales para ello.
Rápidamente, pensé en La Foquina: a su vez, otro símbolo de la ciudad, esa historia de la foca que llegó a la ciudad poco antes de Ensidesa y que alguna vez nos contaron nuestras abuelas. Desde el emplazamiento de La Foquina se ven algunas de las estatuas del parque y, al fondo, el Centro Niemeyer, otro símbolo para la ciudad. Ya estaba decidido: la foto sería la Foquina con el cartel pegado en su cuerpo.
Conforme se acercaba el día 22 de junio, surgieron los problemas: la agenda se complicaba. Hasta llegar el momento en saber que la foto no se haría ese día, o si se hacía igual no se podía mandar hasta el 23 ó 24. Uff, ¿qué hacer?
Al final decidí hacerla el sábado, el día 20. Después de todo, donde uno es feliz es en la escritura, en el terreno de la ficción. Y la ficción incluye no decir la verdad. La foto sería un relato de ficción: una foto que no se hizo un día para el día de las imágenes, como muchos cuentos que narran cosas que no sucedieron pero que son verdad.
El sábado, en un descanso del trabajo, me acerque hasta el lugar para hacer la fotografía. Iba con todo el equipo: mi mochila habitual, la cámara, el cartel y celo para pegarlo. Contaba con todo menos con un vendaval terrible. Llegué, preparé la cámara, hice varias fotografías para ver el plano que me gustaba y me decidí por la composición. Ahora sólo quedaba poner el cartel en la Foquina.
Los primeros intentos para pegar el cartel fueron desastrosos. Imposible sujetarlo, porque, además, se trataba de no ser agresivo con la estatua. No faltó ni el típico golpe de la cámara contra el hormigón que te deja frío... Al final, logré pegarlo, bien cargado de celo... Y, ¡¡zas!! ráfaga de viento que arrastra el cartel y me obliga a correr por el parque tras él. ¿Todo esto por el videoarte? Demasiado, demasiado...
Tras unos cuentos intentos decido tirar la toalla. Ya recogiendo reflexiono: como creador, si se me permite esa expresión, básicamente, utilizo mis manos. Así que si sale una de ellas en la imagen atiendo a esa idea de que los autores salgan en la imagen y añado otro elemento simbólico. La parte por el todo. El viento, además, tan puñetero toda la mañana, contribuyó a darle algo de movimiento, a sujetarlo en el aire. Ya está foto hecha...
Después, el domingo tan sólo quedó adaptarla al tamaño que requerían en la convocatoria y mandarla.
¡¡Feliz día del videoarte!!

1 comentario:

  1. Hola Fernando. Encuentro tu crónica cuando buscaba referencias de Optica, es decir, que no lo había leido hasta hoy. Me ha hecho mucha ilusión, mil gracias! y por el esfuerzo que te tomaste para la fotografía. Es curioso, de las más de 100 fotografías que nos llegaron justo escogimos 5 para subir a la web y una de ellas es la tuya! nos gustó mucho a todo el equipo. Seguimos en contacto. Un abrazo! Patricia Peláez, Colectivo Interferencias

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