Antiguo cine de Miranda, agosto de 2010
Ya sólo queda el esqueleto de lo que fue el antiguo cine de Miranda, el lugar del baile y las sesiones de dobles, las tardes de invierno refugiados del aburrimiento, los besos en la oscuridad. Uno lo recuerda siempre cerrado, deteriorándose, pero aún hay quien comenta cuando iba a cortejar, a las fiestas en Miranda.
Primero los pueblos perdieron sus cines, luego las ciudades, devorados por los centros comerciales y los cambios en el mundo del ocio. Todo cambia para que nada cambie. Pero si en las ciudades los cines se convirtieron en multisalas primero y, después, en bancos, franquicias o tiendas de chinos, ¿qué será de los cines de pueblo? ¿Espacio para las ortigas, proyectos de inversión pública, monumentos del pasado, germen de especulaciones urbanísticas?
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