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viernes, 4 de julio de 2025

Pongamos que hablo de corrupción

 

Foto de Markus Spiske en Unsplash


Lo bueno de cumplir años es que algunas cosas te asustan menos que cuando las vives por primera vez. Recuerdo los casos de corrupción que vivivimos en la época del felipismo, sobre todo el de Luis Roldán, y parecía que se iba a terminar el mundo. Perdimos (ya sé que es muy sublime el uso del plural) la inocencia y comprobamos que el poder termina corrompiendo.

Llámase como se llame, la cercanía del poder  siempre termina provocando que las debilidades humanas busquen atajos. Sexo y dinero son dos de los grandes motores de las bajas pasiones humanas. Y, si no lo son, no están lejos.

Corrupción no es sinónimo de poder, pero es síntoma de su existencia. Corrupción existen en todos los regímenes y sistemas. En la Iglesia alimentó buena parte del Cisma de Occidente, en el franquismo español, Redondela fue uno de los grandes escándalos. Podríamos seguir citando casos y casos y no habría bits suficientes en el mundo para recogerlos todos.

Habida cuenta de la existencia de la corrupción, el problema de las sociedades es la reacción más que la prevención. Esta, es indudable, es necesaria, pero los corruptos siempre encontrarán los atajos, el matiz, el renglón torcido de la norma.

Me atrevo a afirmar que una de las diferencias entre las sociedades democráticas y las autoritarias (en una definición muy amplia, incluyan también las dictaduras) es la capacidad de reacción de la sociedad ante la corrupción: la indignación y la reclamación de responsabilidades; la exigencia de un criterio ético, el refuerzo de las medidas de prevención, la denuncia.

Por eso me inquieta tanto la actitud del gobierno de España ante la actual crisis de corrupción. Es un comportamiento más propio de un sistema autoritario que de una democracia, que es lo que reclama la sociedad. Y, de esa diferencia, pueden surgir muchos problemas para el propio sistema democrático: de la desafección a abrir el campo a los autoritarismos.

jueves, 3 de julio de 2025

Las cien mejores películas de lo que va de siglo


Fuente: FilmAffinity


Parásitos es la mejor película de lo que va de siglo. Al menos así lo considera The New York Times después de consultar a una serie de personalidades relacionadas con el séptimo arte. Aquí os dejo el enlace a la versión española del artículo que comienza por la película cien y obliga a bajar hasta el final para conocer las diez primeras. Cosas que se hacen en los medios para conseguir que los lectores se mantengan en su web y generen más ingresos.  Aquí os dejo el enlace por si os interesa. 

La selección tiene su gracia. Lógicamente, es muy orientada hacia el mercado americano, aunque aparecen películas coreanas, una iraní y un par de europeas, incluyendo en tal categoría a los británicos. Hay largometrajes de animación, de superhéroes, de acción... En fin, sin los prejuicios que aún se pueden encontrar en buena parte de la crítica que aparta a determinados géneros de la calidad. 

La propuesta del artículo también es interesante por su invitación de pedir la interacción del lector, de invitarlo a participar. Puedes marcar las películas que has visto o las que deseas ver, con una opción de descargar al final los dato; te informa de donde ver las películas (seguramente habrá algún trabajo de publicidad o gestión de datos por detrás) e indica el nombre de una persona que haya votado ese filme. También ofrece la posibilidad de leer toda su selección. Pero, en ese caso, hay que registrarse en el periódico. La minería de datos es el nuevo oro negro para los medios de comunicación. Y para muchos negocios en la sociedad de la información.

miércoles, 2 de julio de 2025

El contable 2: más con menos gracia

 


Fuente: https://www.filmaffinity.com/es/film992276.html



Si El contable tenía cierta gracia (tampoco mucha, es verdad), su secuela termina por hundir  todas las posibilidades que latían en la primera. ¿Donde estaba la gracia de la primera? Bueno, Ben Aflleck como tipo inexpresivo le permite desarrollar su nulo potencial actoral, pero al menos tenía la relación paterno-filial; el dilema personal, la sugerencia del potencial de la discapacidad y los tiros para justificar las palomitas.
El Contable 2 pierde todo eso y no aporta más. Caricaturiza a los personajes y abre la puerta para seguir ridicudizándolos aún más en el futuro; pierde los aspectos de drama paterno-filial y la ensalada de tiros se limita al final donde, si llegas sin dormirte, es todo un logro.
A ver, que  la vi en televisión para no pagar por ella en el cine, que no esperaba nada, pero aún así, me decepcionó. Lo único que saco bueno de todo esto es que, salvo recomendación de alguna persona de confianza (y en el mundo del cine tengo pocos referentes) no picaré en las que vengan en el futuro. 


martes, 1 de julio de 2025

Mi vida sin gafas



Foto de Bud Helisson en Unsplash


Fue una revisión oftalmológica casi rutinaria. Hacía tiempo que no acudía al especialista, pero las dificultades para la visión de cerca provocaron que venciese la pereza y pidiese cita. Y allí estaba con mis muchas dioptrías pasando la prueba de agudeza visual. Siempre me resultó amarga, no voy a mentir por eso. 
Así que después de todo el recorrido, el diagnóstico era más que claro. La edad no perdonaba así que tenía que comenzar a usar gafas progresivas. La opción de tener una gafas de cerca y otras de lejos no me la llegó ni a plantear, pero sí una alternativa que nunca había sospechado: una operación para quitarme las gafas.
¡Cómo! ¿Es posible? Si cuando empezaron las operaciones de láser me indicaron que, por mis muchas dioptrías no era aconsejable. 
Y sí, toda la vida con gafas a punto de desaparecer gracias a los avances de la técnica. Con todo lo que supone: poder ver en la ducha, acostarte sin tener que recordar donde las has dejado, adiós a los molestos empañamientos, poder ir a la piscina sin tener que recordar exactamente donde habías dejado las chanclas ni la taquilla correspondiente; el placer de poder escoger gafas de sol sólo por la estética. De acuerdo que esto último es muy superficial, pero alguna licencia me tengo que permitir.
Así que dicho y hecho. Ya estoy sin gafas, viendo el mundo como antes pero viviéndolo de manera diferente. De momento no he ido a la playa, aunque me han comentado que, para lo que hay que ver, tan poco voy a ganar tanto.