domingo, 13 de enero de 2019

Elogio y miseria de los yutubers

Photo by Rachit Tank on Unsplash



No teman. No se trata del anuncio de que me voy a convertir en un yutuber. No entra en mis planes. El caso es que por estas cosas de la vida, en las últimas semanas he pasado bastante horas viendo y escuchando yutubers. Ahora, preguntas a los niños que quieren ser de mayores y te sueltan entre las posibilidades la opción de ser yutuber. Ahí es nada.
Como toda la red You Tube ha evolucionado de manera vertiginosa. De ser un canal donde se colgaban vídeos musicales, promociones, aportaciones domésticas a casi una plataforma televisiva y el espacio donde de manera organizada aficionados subían sus propuestas. Aficionados que, gracias al éxito, se profesionalizan generando la ocupación de yutuber, para mayor satisfacción de Hacienda que encuentra un nuevo nicho donde recaudar.
En todo ese mundo de yutubers he encontrado aspectos destacables y otros críticables. Son los elogios y las miserias que encuentro en ese mundo.

Elogios

Los yutubers enriquecen el universo mediático. Hay más voces, con nuevos temas. En ese sentido aportan frescura. ¿Canales, medios? No lo sé. El caso es que expresan inquietudes y sentimientos que no tienen cabida en los medios, sean nativos de Internet o no. 
Hace mucho tiempo que el público ya ha superado la limitación de las cartas al director para expresar sus ideas. En ese sentido, los yutubers enriquecen el contenido de la libertad de expresión; su actividad no deja de invitar a los medios a escucharles, a conocer sus críticas. Los números de seguidores, de aportaciones de su audiencia permiten conocer con más claridad las impresiones de la audiencia.

Miserias

Las limitaciones técnicas son evidentes. No importa el nivel de ingresos. Suelen recurrir al plano medio y poco más. La cámara fija, lo que nos lleva al inicio del cine. Y sin ningún tipo de técnico de sonido ni preocupación por la vocalización en la mayor parte de los casos. Se habla alto y se grita.
No deja de ser curioso de que, aunque algunos sean profesionales, su factura sea totalmente aficionada. Una posible explicación es que la división entre dos o tres personas de los ingresos, más las amortizaciones de la compra o renovación de material, no permitiría esa profesionalización.
En ese sentido, esa pobreza técnica me preocupa por dos motivos. En primer lugar, no sé si ayudará a reconocer el trabajo de los profesionales.
Y, lo que más me inquieta, es si formará en una mediocridad audiovisual a las nuevas generaciones. 


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