lunes, 12 de febrero de 2018

De que hablamos cuando hablamos de oficialidá

Photo by Ines Álvarez Fdez on Unsplash




Es uno de los temas que más encienden los ánimos de Asturias y todo apunta de que el debate de la oficialidad (oficialidá) marcará la agenda política de los próximos meses. Es un tema que se encuentra latente y que resulta difícil de entender a quienes no viven en Asturias, porque también resulta difícil de entender a quienes vivimos en Asturias.
Después de todo, ¿de qué se habla cuando se habla de la oficialidá?
No dudo de que hay políticos que izan esa bandera porque no tienen otra para este momento. O, si las tienen, saben que levantarla generaría un problema grave a su partido. Pienso en Adrián Barbón y que ha prendido la mecha del actual debate, como forma de marcar distancia con los últimos años del gobierno socialista en Asturias sin hacer más sangre de la estrictamente necesaria.
Lo que más me inquieta son las voces que se une, el coro de quienes reclaman la cooficialidad del asturiano y el español como algo necesario, imprescindible, crucial para que el bable no muera.
Y es que a mí, eso de la oficialidad no me gusta nada. Más bien, me asusta. Y digo porque. Me parece muy bien el apoyo al asturiano, las subvenciones a las editoriales para la publicación de autores, incluso que se emitan películas dobladas aunque no haya podido terminar ninguna. Ya sé que es algo cultural, pero de la misma manera que mi mente puede asumir a Christopher Lambert falando en castellán, nun ye lo mismu n'asturianu.


Pero seamos serios. En Asturias ya existe un marco legal sobre el asturiano, vigente desde 1998 y que aún dispone de recorrido. Por ejemplo, es una norma que permite que todos los asturfalantes se comuniquen con la administración autonómica y, en el caso de la estatal, da cobertura a la firma de convenios con ese fin; por ejemplo, asegura la presencia en el sistema educativo sin menoscabo del resto de conocimientos y la valoración del asturiano en las convocatorias públicas. Es una ley con los mismos efectos que una oficialidad. La norma se basa en dos grandes principios. El primero es entender al asturiano como una parte del patrimonio cultural de los asturianos; el segundo es la libertad para su uso. 
Y yo creo que aquí está la clave del debate de la oficialidad. Se habla de oficialidad para no usar palabras como imposición o merma de la libertad. Los llamados avances que se dan en la promoción del asturiano utilizan como ingrediente fundamental la pérdida de libertades ciudadanos. Miren, por ejemplo, lo que pasa en la Educación Primaria. Los escolares pueden elegir Llingua asturiana, pero la otra opción no un segundo idioma moderno, u otra asignatura. La disyuntiva es Cultura asturiana. ¿Qué prefieres: coca-cola o pepsi? Te doy la libertad de elegir, pero no te ofrezco la posibilidad de hacerlo. 
Hablan de oficialidad, cuando lo que quieren es restringir la libertad.

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