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Desde luego que Life (Daniel Espinosa, 2017) no es un prodigio de originalidad. El encuentro entre la humanidad y los extraterrestres es, de suyo, casi un subgénero en el cine de ciencia-ficción. Tanto que da para diferentes variantes: más reflexivas o pseudo-intelectuales, de acción, con influencia del cine negro y, posiblemente, la variante dominante: de terror o intriga.
El mayor problema a la hora de enfrentar una película en este último campo son los referentes previos y que el aficionado, a poco que conozca, ha visto. Así, como sucede en Life, abordar el encuentro con la vida extraterrestre en el espacio te lleva a pensar, de manera inevitable, en Alien (Ridley Scott, 1979). Comparación que no para de crecer según avanza la película. Porque, en ambas, el extraterrestre llega a la nave humana y los astronautas van muriendo uno a uno.
La comparación es inevitable. Y no sólo Life se enfrenta a una obra maestra, con lo que sale perdiendo, sino que resulta tan previsible, pueril y aburrida, que sale perdiendo aunque el espectador no haya visto la película de Scott.
O sea, totalmente imprescindible. De hecho, yo la vía hace dos años, posiblemente tres, y escribo estas líneas para alimentar rápidamente mi blog y mantenerlo con vida.
Al menos, ese tiempo ha servido para algo.
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